domingo, 13 de septiembre de 2020

Arroz, champiñones y vino blanco


Después de un año de estudio intensivo y, de parte del verano, presentándome a exámenes para aprobar las oposiciones, por fin, todo había terminado. Acababa de hacer el último examen, la defensa oral de la programación, y tenía la sensación de: “Prueba Superada”.

No sé cómo explicarlo. Dentro del aula todo había sido muy rápido, mi exposición, las preguntas del tribunal, mis respuestas, sus expresiones al leer la programación mientras hablaba, sus gestos al mirarme, al despedirme…

Los nervios turbiaban mi percepción, pero el subidón con el que había salido de allí era una sensación desconocida para mí. ¡¡He aprobado!! Eso me decía la cabeza.

Finales de julio. El sol cegador me abrasaba la piel mientras me dirigía a casa. Le había dicho a mi madre que era el último día, que la llamaría al acabar. Pero no me cogió el teléfono.

 No aprobaba lo que hacía. Durante todos los años de estudio me recriminó que no ayudara a la familia. Que todo lo que ganaba me lo gastaba, prácticamente, en los estudios y que le ayudaba poco en la casa, con mis hermanos.

Era cierto. Pero yo tenía claro la vida qué quería para mí. Al llegar a casa no había nadie. “Nos hemos ido a pasar el día a la piscina”—decía la nota del figrorífico. Cosas así era lo que me empujaba a luchar por irme de casa. ¡Un día tan importante para mí y me dejaba sola!

Al abrir la nevera no había nada apetitoso que comer. Arroz hervido de varios días, una ración de champiñones, algo de fruta… nada apetecible, lo dicho.

Decidí darme una ducha, relajarme.

De la cocina me llegó el olor a cebolla pochada. Sonreí al ver a Quique entre sartenes.

—¿Pero cómo tú por aquí? —Me estrechó entre sus brazos y recordé cuando de pequeña venía corriendo hacia mí para darme la bienvenida.

—¡No iba a perderme por nada este día! Sé lo importante que es para ti.

—Eres un amor, sin embargo ella…—Me separé de él con lágrimas en los ojos.

—No se lo tengas en cuenta, ¡vamos, ayúdame!

Tenía en la sartén la cebolla, cortada bien pequeña, ya transparente y le añadió los champiñones que había limpiado y laminado. Los salpimentó.

Mientras se iban mezclando los sabores de las verduras, preparamos una ensalada con tomates cherry, queso blanco y nueces. Con ese toque de aliño que sólo él sabe darle.

Después incorporó a la sartén el arroz blanco. Dejó que se mezclara bien con la cebolla y los champiñones, Poco a poco, los removía, con mimo, suavemente.

Mientras dejábamos reposar el arroz, abrió una botella de vino blanco que había traído él.

Color dorado  en la copa, aroma a fruta fresca, suave al paladar, de cuerpo ligero…

 El arroz estaba exquisito, ¿Cómo había conseguido esa combinación los sabores, ese tejido exquisito entre tan simples ingredientes?

El vino lo envolvía todo con su aroma, su textura… y la ensalada,  fue el condimento perfecto.

Mientras preparaba un té para la sobremesa sacó de la nevera su famoso sorbete de naranja… ¡Lo que me gusta!

Con su toque justo de champan y el punto agridulce de la naranja.

Reímos y nos pusimos al día. Llevaba tres meses, desde que cumplió dieciocho años, independizado y nos habíamos visto muy poco.

¡Cómo quiero a mi hermano!

🎈🎈🎈🎈🎈🎈🎈🎈🎈

(Llego con una semana de retraso. A ver si me reengancho y me pongo al día).

Reto#36: Haz una historia que integre una descripción de la mejor comida que has probado. #52RetosLiterup





4 comentarios:

  1. Aveces la vida no es como quisieramos; pero siempre hay alguien importante, como un hermano; con cual compartir los momento felices. Y no es con que; sino con quien somos felices.
    Una historia triste con un final feliz.
    Besos!!

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    1. ¡Qué verdad más grande! NO es con qué, es con quien. Gracias por tus palabras. Nos leemos

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  2. Linda historia. Muy bien integrada. La protagonista recibio dos premios ese dia. Sus estudios dieron fruto y su hermano le preparo un plato y un dia feliz. Un abrazo Jose.

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    1. Pues sí. La vida no siempre nos premia, ni lo hace cómo deseábamos. Pero cuando lo hace, hay que saber verlo y disfrutarlo. MI protagonista lo sabe.
      SAludos.

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