lunes, 31 de julio de 2023

Media luna dorada

—Ya sé de qué va a tratar mi trabajo sobre la inclusión,mamá. ¡Voy a darle un "repasito" a la princesita caprichosa de tu cuento "Media luna dorada". —Su madre la mira sorprendida.

—¡Pero si te encantaba ese cuento! Me hacías que os lo contara en todas las fiestas de tu cumpleaños. Todos, niños y niñas, aplaudían y disfrutaban. A veces jugabais a representarlo.

—Ya. Me acuerdo. Eramos pequeños y hacíamos la lectura que tú nos  dabas. Tu moraleja era "las mentiras no llevan a nada bueno" y nosotros solo veíamos eso: una princesa caprichosa que acaba sola. —Mira a su madre. la mujer no sabe la que le viene encima.

—Te recuerdo el principio:
        «En un pequeño reino, más allá de las estrellas, vive una pequeña princesita. Sola en su planeta. Espera impaciente la llegada de su príncipe soñado. ¡Os preguntaréis por qué! Intentaré contároslo.
En su reino, una antigua tradición obligaba a las princesas a  casarse con el príncipe que les apareciera en sueños la noche de su dieciocho cumpleaños. Durante años y años, las princesas del reino habían cumplido esta antigua tradición, e  incluso muchas no pudieron encontrar nunca al príncipe de sus sueños.»
A ver, mamá. ¿A ti te parece normal?  Esperar a los dieciocho para conocer, EN SUEÑOS, a tu futuro marido. Sigamos con el cuento
«A nuestra princesita le faltaba solo una semana para cumplir dieciocho años, y en vez de esperar con gran ilusión esa noche, en que conocería a su príncipe, paseaba cabizbaja por los jardines de palacio.
—¡OH, no, no! ¿Por qué nacería princesa? No sé con quien soñaré esa noche, pero seguro que no es mi príncipe. Sé, que cuando llegue. campanas de oro repicarán en mi corazón y un suave aroma de jazmín envolverá el ambiente. La sangre hervirá en mis venas y una alegría inmensa desbordará por todo mi ser. Solo podré conocer a mi príncipe viajando incansablemente. ¡No en un absurdo sueño! 
La noche de su cumpleaños, nuestra princesita no durmió. ¡Tendría que  casarse con el príncipe del sueño!
En la fiesta de su cumpleaños debía describir al príncipe con el que había soñado. El día entero lo pasó pensando en una descripción que no encajara con nadie que ella pudiera conocer... 
No me extraña, como decía el cuento, que la princesa no durmiera en toda la noche. Pero no por esa ñoñería.  ¿Su único problema era que debía cumplir la tradición? ¿Solo se esperaba de ella eso?¿No tenía más aspiraciones? Quería viajar para conocer a su príncipe, ¿solo para eso? ¿No sería importante, también, que conociera su reino, como vivían sus súbditos, que se podía hacer para mejorar las cosas...?

—Si mirado desde tu punto de vista... pero mi intención no era esa. —Recordaba la ilusión con la que de pequeña escuchó su cuento la primera vez, y lo que disfrutaba cuando se lo leía las innnumerables veces que se lo pidió. 

—Lo sé mamá, de buenas intenciones está el mundo lleno. Pero vamos a avanzar. Llegamos al día de su fiesta de cumpleaños cuando debe describir al príncipe:

«—El príncipe tenía un hermoso caballo negro que relucía a la luz de la luna y entre su capa llevaba un pequeño saxofón, del que salía una bella y extraña melodía.
Un murmullo irrumpió en el silencio de la sala. Nunca, nunca se había visto un príncipe que tocara ese instrumento. ¡Solo es arpa era instrumento real!
Y menos aun en un caballo negro. Desde pequeños los príncipes montaban blancas cabalgaduras, signo de poder y grandeza.
Desesperado, el rey buscó y buscó en todos los reinos un príncipe que cumpliera esas condición. Numerosos bandos colgaban en los árboles de muchos kilómetros a la redonda. 
Un día se presentó en palacio un príncipe montado en un majestuoso caballo negro y de su saxofón brotaban melodías que hacían estremecer a las estrellas.
la princesita no salía de su asombro y quiso conocer a este personaje de fantasía. Durante días y días la princesita habló y paseó con Ernest. Parecía encajar tan bien con ese príncipe con quien tanto soñaba...
Sin embargo, cuanto más lo conocía,  aunque más lo quería, un extraño miedo invadía todo su ser.»

Así que aparece su futuro marido y rompe con todos los esquemas. ¿Qué problema hay con el color del caballo? ¿Blanco sí y negro no? No sé yo... un poco racista, ¿no? Y los instrumentos musicales, ¿tienen categorías según el rango en la sociedad?

—Me parece, hija mía, que esto es sacarle punta a las palabras. —La mirada inquisidora de la crítica del cuento se clavó en las pupilas de la escritora, que se hundió en el sofá, esperando que algo se salvara de su cuento.

—Sigamos:

«Cuando el rey la llamó para que fijara la fecha de la boda, la princesita sorprendió con su respuesta:
—¡Oh, padre! ¡Cuánto lo siento! Pero no es el príncipe del sueño. Él, solía recitar largos poemas al viento y al sol y Ernest ni siquiera sabe un corto poema de amor. Yo le quiero, padre, pero no es el príncipe del sueño.
El pobre rey ya no sabía donde buscar, a quien preguntar, `pues ¿dónde se había visto un príncipe poeta?
¡¡¡¡La poesía era cosa de juglares!!!!
Pero, para sorpresa de todos. en medio de una horrible tormenta apareció un príncipe con cabalgadura negra, que al saludar descubrió bajo su capa un pequeño saxofón. Por la noche, mientras cenaban, recitó largos poemas al viento y al sol.
La princesita maravillada con la coincidencia pasó los siguientes días sin separarse de Walter, que así se llamaba.
Parecía coincidir hasta en el último detalle con sus pensamientos, sin embargo... ¿Por qué incesantemente lo comparaba con Ernest? Y si esperaba más, ¿Aparecería quien ella buscaba?»

Si obviamos el hecho de que estos principes parecen tener muy pocos quehaceres, pues se pueden permitir el lujo de viajar sin rumbo fijo para encontrar su compañera de vida. Que dicho de paso, son ellas quienes eligen, como si de un trofeo se tratara.  ¿No te chirría un poco el asunto? Además de esto,  ¿Qué problema hay en que los príncipes expresaran sus sentimientos escribiendo un poema? ¿Era un arte menor, solo de juglares?¿O es que no se les permite a los principes esa sensibilidad?

«Los miedos de la princesita volvieron nuevamente y el día que tenía que fijar la boda...
—¡Oh, padre! ¡siento deciros que no es el príncipe de mi sueño! El día de mi boda, en el sueño,  el  príncipe pasó la noche cocinando un gran pastel de chocolate y Walter... ¡Nunca quiso pisar la cocina de palacio!
El monarca no pudo evitar encolerizarse: ¡Un príncipe en la cocina, menuda desfachatez!»

 Este rey me empieza a caer mal. ¿No se da cuenta que su hija le está tomando el pelo? Y bueno,  estos herederos de reinos, ellos y ellas , qué vidas más vacías, ¿no te parece? Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere... Y bueno, eso de que los hombres no pueden estar entre fogones... eso creo que ya lo hemos superado en este siglo. ¡Menos mal!

Antes de que digas nada voy a continuar con el cuento:

«Y así, la princesita fue conociendo a numerosos príncipes que coincidían con sus peticiones ( y con sus sentimientos) pero siempre aparecía ese miedo que le atormentaba.Los quería, y al mismo tiempo quería no quererlos. Los comparaba incansablemente y no sabía cual le gustaba más y a la hora de elegir el miedo respondía por ella. Durante meses y meses. la princesita inventó raras cualidades de su príncipe.

  •  Sus príncipe era un gran pintor. ¡Solo a las princesas se les enseñaba ese gran arte!  

  • Su príncipe era diestro en hacer malabarismos. ¡Cuándo eso era ocupación del buzón del rey! 

  • Su príncipe conocía todas las constelaciones del firmamento. ¡Solo los astrónomos estudiaban y conocían los astros!  

¿Cómo iba un príncipe a perder el tiempo en esos menesteres descuidando los asuntos de gobierno? 

Pero siempre, siempre, por rara que fuera la escusa de la princesita aparecía un nuevo príncipe. Así conoció a todos  los príncipes que existían y a pesar de ello n unca calmaba esos miedos, esos temores ¿Y si conocía a otro ao que quisiera más? ¿Y si al elegir se equivocaba? ¿Y si...?Viendo que so seguía inventando personajes de cuento acabaría quedándose sin argumentos. buscó una cualidad que nadie, nadie, pudiera cumplir. 

—... Cuando miraba asus ojos, una media luna aparecía en medio de sus pupilas, una media luna dorada.  

La indignación del rey creció y creció. Parecía que con sus rugidos estallarían las paredes.»

Te olvidas que chicos y chicas pueden hacer o les pueden gustar las mismas cosas. Que cualquier persona puede elegir lo que quiere hacer en su vida. Que tu princesa tiene pocas aspiraciones o inquietudes, pero que  tus príncipes tampoco se salvan. Pocas cosas parece que pueden elegir en sus vidas. Y lleva todo el cuento, el rey de enfado en enfado. ¿Y la reina? ¿No tiene nada que decir? 

Bueno, y por fin llegamos al final: 

«Entonces, súbitamente, se abrierontodas las ventanas de palacio y entre una gran nube mágica, un hada apareció ante la princesita:

—Durante meses y meses has mentido a tu padre inventando tontas historias. has engañado con ellas a tu propio corazón. buscando sos rumbo alqo que ni siquiera tú sabías que es.
Y. el hada del buen querer castigo tu indecisión. Quieres seguridad en el amor ¿acaso asegurarías que mañana sale el sol? Por eso te maldigo: «Que conozcas muchos, muchos príncipes. Todos ellos merecedores de tu amor. Pero que no puedas querer más  que a aquel que en sus pupilas brille una media luna dorada»
Y aun sigue esperando a su príncipe, que nunca llegará pues: 
¡¡¡Qué príncipe puede tener una media luna dorada en sus pupilas!!!»

He de decirte que cambiaré un poco el  final. Un encantamiento la convierte en encantaira: legendaria criatura de la mitología aragonesa,  condenada a vivr sola eternamente, vagando incansable por las ruinas del castillo. ¿No te parece que así le damos una aire más "tradiocional" ?

—Deduzco que ya has acabado de desmontarme el cuento, ¿no? —Parecía disgustada. Se levantó con semblante triste. Cabizbaja. durante días estuvo dandole vueltas a la cabeza la tarde pasada con su hija donde le hizo una lectura totalmente diferente a lo que ella quiso expresar al escribirlo. Todo parecía ser más complicado. Escribir no solo era juntar palabras de forma que quedara un bonito escrito con un mensaje explícito. Había que fijarse lo que se decía implícitamente.

Un día llego su hija pletórica del instituto. Hablaba muy deprisa y le contaba lo bien que le había ido la exposición y la buena crítica que le había hechos sus compañeros. Había triunfado en clase. El profesor le había felicitado. La tutora decía que iban a preparar una actividad, a partir del cuento para que fueran los alumnos y alumnas de otras clases los que "desmontaran el cuento".  

Se fijó en su muñeca. La llevaba vendada. De pequeña siempre decía que se tatuaría una media luna cuando fuera mayor. ¡Seguramente no era muy realista pensarlo ahora!  Se había quedado sin cuento. Pero había servido para un buen fin, aunque no fuera el que ella imaginó.  Su hija se abrazó a ella y le transmitió toda su emoción. Toda su alegría. Sonrió. Este momento valía más que todos los cuentos que ella pudiera escribir.

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Este es uno de los cuentos que escribí, haceya muchos años, y que he "desmontado" en forma de relato para participar en el VadeReto de julio. Os dejo el enlace al blog Acervo de letras . Así podéis conocer el blog, con todos sus retos y sus relatos. Entretenimiento para cualquier noche fresquita de verano, o alguna de las más calurosas con un buen refrigerio entre las manos