domingo, 26 de noviembre de 2023

¿Una relación normal?



"Me he despertado esta mañana
 y me encuentro que no hay leche para desayunar. 
Si vas a comprar, recuérdalo."

❤❤❤❤❤❤❤❤

"He ido a comprar,
 he comprado desengrasante. La cocina necesita un buen repaso."
💚💚💚💚💚💚💚


"Limpié la cocina. 
¡A ver si haces tú lo mismo con el baño!"
❤❤❤❤❤❤❤❤



"Trabajaré todo el fin de semama, turno doble. De noche.
 Procura no hacer mucho ruido por las mañanas" 
                    💚💚💚💚💚💚💚💚
"El domingo fue nuestro aniversario. 
El silencio fue mi regalo."
❤❤❤❤❤❤❤❤❤

¡Por fin hemos acabado de pagar la hipoteca!                                            
Me he despedido del trabajo.💚💚💚

❤❤❤"¡¿Qué has hecho qué?!
Compra posits."

💚💚💚💚No te eches a dormir antes de que yo llegue.
Tenemos el fin de semana para dormir.
No he comprado pósits.
Hablemos.💕


👥👥👥👥👥👥👥👥👥👥👥👥👥👥



Esta es mi aportación al microrreto 
"Matemos al narrador", 
que nos propone el blog 
este mes de noviembre.

domingo, 19 de noviembre de 2023

El dragón que habito

Nada podía salir mal. Hacía un día explendido. Lucía el sol y la humedad de los días anteriores parecía haber desaparecido. Un suave calorcito te cubría, cuando los rayos del sol tocaban la piel. La poca  que quedaba expuesta en pleno mes de noviembre.
Llegué a la consulta de oncólogía, allí había quedado con Alex. Entré confiada de que estuviera dentro, era casi la hora de la cita. El autobús había tenido una avería y, entre hacer el transbordo y llegar, me había retrasado. Pero ya estaba allí y justo a tiempo. Mientras buscaba con la mirada me acerqué a la recepcionista y le pedí si podía retrasar mi cita hasta que llegara mi pareja. No hubo problema.
Me senté tranquila, mientras uno tras otro iban pasando todos los pacientes de ese día. Caras alegres, tristes, preocupadas... no todos salían con el mismo talante tras la consulta. Tras hora y media, no tan tranquila ya, me leí el informe que llevaba entre las manos. Llamé a Alex. Llegó cuando solo quedaba yo en la consulta y mi oncóloga salía a pedirme que entrara. 
¡NO,no,no, no...! Cogí a Alex de la mano y confié  en que contestara por mí a todo lo que la doctora iba diciendo... ¡no está pasando, no está pasando...! Noté que me soltaba de la mato y en ese momento es como si empezara a caer en un oscuro y profundo pozo negro.
—¡Está sugiriendo que debe abortar! —Cáncer y embarazo. Dos noticias inesperadas el mismo día. ¿no es "cómo" mucho?
—Marisa —me dijo la oncóloga mirándome a los ojos—, podemos dejarlo para mañana. Sé que es mucho lo que te he dicho. Volvéis mañana, después de pensarlo y hablamos.
Llegamos a casa. Alex se volvió al trabajo. Me senté en el sofá, el rincón favorito de mi casa, bajo la ventana de mi dormitorio, apoyada en la pared. Perdí la vista tras el ventanal. Dejé que la rabia y la ira se llevarán todo el miedo y la angustia del terrible diagnóstico que acababa de recibir. 

¡Menos mal que nada podía salir mal!
¿Por qué yo? ¿por qué  además tenía que estar embarazada? ¿por qué Alex no estaba conmigo? ¿por qué ahora que todo me iba tan bien?
Grité, grité, grité... y de pronto volaba a lomos de un enorme dragón que iba soltando llamaradas de fuego cada vez que yo despotricaba y maldecía mi mala suerte. Y, montada en él, sobrevolé toda la relación con Alex, hasta el día que nos conocimos. Las riñas, las reconciliaciones, las decisiones, las veces que cedí, las que fui feliz, las que lloré. Nuestro primer beso... Desperté. 
Había anochecido. Aún no estaba en casa. Pensé en mi familia, mis padres, mis hermanos, hermanas... Demasiados para llamarlos a todos. Todavía no. Los amigos... no. La única a la que quería decírselo, estaba viviendo su gran aventura. ¡Se lo merecía! No sería yo quién le amargara los primeros días en el trabajo de su sueños. 
Me preparé un salmoncito al horno y me abrí una cerveza sin alcohol. El angelito que dentro de mí deseaba cobrar vida se merecía este detalle. ¡Qué rico olía! ¡Qué bien me sentó!
Como no dio señales de vida, me fui a dormir. No recuerdo haber pasado peor noche nunca. No sé qué hora sería cuando me levanté y me senté en el diván bajo la luz de la luna. Tras demasiadas lágrimas cargadas de desesperción, el coraje, la furia y la irritación me hicieron golpear con fuerza el cogín en el que me recostaba, cada golpe cargado de adrenalina dolía más, cada puñetazo dejaba mi mano adormecida... y de nuevo volé a lomos de mi dragón esta vez por un futuro incierto donde un bebé crecía sin su mamá. Me vi sufriendo con un cáncer sin tratamiento, me vi sola ¿dónde estaba Alex? 
Sonó el despertador. Acurrucada bajo la ventana, unos rayitos de sol calentaban la manta que me cubría. 
Esperé a oir una voz cariñosa que me abrazara en mi despertar. ¡Qué tonta!
Amalia, la oncóloga, y yo decidimos esperar. Podía retrasar el principio del tratamiento una semana, pero no más. Si decidía tener al bebé no podría iniciar el tratamiento. Si no empezaba lo antes posible seguiría extendiéndose. Era muy invasivo.
El teléfono de Alex no daba señal. Me monté en el autobús para regresar a casa. Agradecí no tener que ir a trabajar. Estaba disfrutando de mi año sabático. Aunque tal vez mis niñas y niños del colegio me hubieran ayudado a relajar, a distraer los pensamientos. 
Al llegar a casa, me acurruqué en mi rincón favorito y  mientras la irritación aumentaba y la indignación de sentirme tan sola en este momento me hacían morderme la mano para no gritar. Cuando ya casi empezaba a salirme sangre, noté el aire rozandome las mejillas y un  resoplido  que envolvió  de baho todo a mi alrededor. Volaba lejos, con toda la vida por delante, feliz. Sin pelo pero sonriente publicaba mi primera novela y mi canal de youtube daba sus primeros frutos. Comíamos en mi casa, con mi familia unida y una calma inmensa me vino a visitar. Hacía muchos días que no me sentía así. La llamada de mi amiga me sacó del trance. Cuanta positividad enfundió en mi alma.
El ruido de la puerta me despertó. Me acaricié el vientre. Tanto pensar en mí. ¿Qué sentiría mi preciosa presencia interior? Anochecía.
—He estado llamándote. —Alex me miró con semblante duro, como por encima del hombro. 
—No quería influir en tu decisión.—Se cambiaba de ropa y preparaba su equipaje, casi impasible, sin mirarme. ¡Qué distinto fue todo durante el proceso de reproducción asistida!
—¿Mi decisión? Pensé que eramos un equipo. —Busqué su mirada.
—Tengo un viaje de trabajo, ¿lo recuerdas? He venido a buscar mis cosas.
Y así se fue de mi vida. Sin más.  Un par de días después me levanté perdiendo en sangre. Todo se había precipitado. Mi pequeño querubín había decidido esperar mejor momento para conocerme. Y a mí me ingresaron para iniciar el tratamiento.
❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤
Las relaciones de pareja no son fáciles.
 Tener un hijo, es una decisión importante y cuando es cosa de dos,
 lo es la decisión y la responsabilidad. 
Vivir en pareja es compartir, si no
¿para qué?



Esta es mi participación en el VadeReto de noviembre
si no lo conces sigue el enlace
¡merece la pena visitarlo!