Creo que las premisas del reto de este mes no las he cumplido del todo. Lo que cuento es un hecho real y no he encontrado foto que lo acompañe. Al leerlo lo vais a entender. Espero que os guste.
¡Qué no se pierda la inocencia!
Tolosa, 17 de enero de 1972.-Un padre de familia encuentra, debajo de un seto, algo inesperado, mientras pasea a su pastor alemán.
El
domingo 16 de enero, Ernesto salió a pasear a Esla, el pastor alemán que
protege su casa situada en el campo.
Lo
que parecía que iba a ser un tranquilo paseo por la nieve se convirtió en un
misterio que le obligó a terminar prematuramente la salida matutina. Sorprendido, ve como el can sale de debajo
del seto, donde juguetea, con un sorprendente objeto entre los dientes.
Sube a casa y reúne a su familia en el salón. Uno a uno pregunta por lo ocurrido y en un primer momento parecen no saber nada.
Ernesto
y su mujer se muestran enfadados, más bien defraudados. Les han mentido. Está
claro.
Al
rato, los cuatro pequeños -de 8,6, 4 y 3 años- aparecen de la mano y se plantan
frente a sus padres que están en el salón.
Marisé,
la segunda, confiesa que metió el juego de dominó en el horno de la cocina
económica para esconderlo de Juan, su hermano mayor, que nunca le deja sus
juguetes. Ella tampoco pensaba compartir su último regalo de reyes.
Después
de cenar fua a sacar las fichas del horno y se las encontró derretidas y en
bloque. Pensó que si las congelaba, volvería a su forma natura(como pasa con
el agua y el hielo). Así, que cuando su padre sale a pasear a Elsa, ella se baja
con él y lo esconde en el seto. Por la noche nevará y se congelarán.
Padre
y madre se miran serios. Los pequeños reflejan el miedo en sus ojos: sus padres
amenazan con llamar a sus “majestades” y que se lleven todos los
juguetes.
Sin
poder aguantar más, rompen en una carcajada y se acercan a abrazar a sus hijos.
Marisé llora desconsolada. ¡Pensó realmente que el dominó volvería a su estado
natural!
Una
vez más la travesura de una niña nos hace sonreír y desear que no pierdan la
inocencia antes de tiempo.
Aquel
día, la pequeña Marisé, aprendería que a veces es peor evitar lo inevitable.
Frente a los hermanos mayores no siempre es fácil ganar. Una derrota, podría
haber sido su victoria.
el encanto de los niños radica en su inocencia para solucionar sus problemas.
ResponderEliminarha sido un relato corto pero muy agradable de leer.
un abrazo.