miércoles, 19 de marzo de 2025

Marina y la encantaria

Con mucho cariño para nuestro maestro de ceremonias desde su blog
 "Acervo de letras" 
convocándonos un mes más al 
"VadeReto"


De nada serviría decirle a su madre que no quería salir. Seguro que la obligaba, como siempre. Y a ella lo que de verdad le apetecía era ir al río, pasar la tarde corriendo por la hierba, tumbarse al sol entre las flores silvestres, oír los pájaros, el silencio… Pero sus amigas decían que eso era aburrido.

— Eso es de viejas, Marina. 

Cogió su chaqueta, no fuera que más tarde refrescara, y se fue de casa antes de que su madre saliera del baño. Ella supondría que habían venido sus amigas  a buscarla y no se preocuparía más. 

Corrió hasta la ribera del río. Las hojas de los  árboles parecían susurrarle movidas por la brisa que mecía sus ramas. Se acercó a la orilla. Era un paraje maravilloso. En el pueblo, era un lugar muy apreciado y lo cuidaban con esmero. Un pequeño bosque de antiguos árboles escondía un río de aguas cristalinas, que parecía cubrir su rivera con una alfombra frondosa de hierba y flores silvestres. Blancas margaritas, rojas amapolas... 

Caminó hasta llegar a un pequeño puente que atravesaba el río. Mientras cruzaba le pareció ver corriendo a alguien por el bosque. Corrió hacia allí ilusionada de que alguien más gustara de jugar en ese idílico lugar. 

En esta ladera los árboles eran más abundantes y crecía más cerca unos de otros, formando un bosquecito que a ratos se oscurecía por las copas de los árboles. No encontró a nadie. 

Volvió sobre sus pasos se sentó a la orilla del río. No bajaba muy lleno y los pies no llegaban al agua. Pero agachándose podía acariciar sus transparentes aguas. Se notaba que estaban cerca de su nacimiento, por lo fría que discurría la corriente. Al agacharse a remojar las manos, algo en el fondo le llamó la atención. Parecía un espejo, creyó ver su resplandor. 

Dejó que las aguas se calmaran y pudo verlo mejor. Era un precioso espejo con marco plateado, del estilo de los que tenía su abuela. ¡Qué bonito era!

—Si lo coges es para ti. Se me ha caído esta mañana. 

No sabía de donde había salido, esa mujer que parecía brillar  bajo el reflejo del sol.

—¿Quién eres?—le preguntó sorprendida. 

—Una encantaria*. Salía a hacer mi colada. No pensé que siendo fiestas en el pueblo viniera nadie hasta aquí a estas horas.

—¿Una encantaria? —No cabía en su asombro— mi abuela me contó... bueno me leyó una historia... que salíais la noche de San Juan. 

—Bueno, tal vez. Tal vez no estoy aquí. A lo mejor estoy solo en tu imaginación. Puede ser que sea tu conciencia para decirte que no tengas miedo, te metas al agua y lo cojas. Es un espejo verdaderamente único. 

—¿Y por qué dices que es  único?—la encantaria sonrió. 

—En él verás reflejado tu mayor poder. 

—¿Y cuál es?—Se despistó mirando de nuevo hacia el espejo y al volverse hacia ella había desaparecido.  

Vaya, empezaba a oscurecer. Refrescaba. Debía volver a casa. 

Sin embargo, volvió al día siguiente. Allí seguía el espejo. Mientras miraba embobada su reflejo creyó oir susurrando en su oído:  «¡Verás reflejado tu mayor poder!»

Realmente el río, más bien riachuelo, no cubría mucho. Pero le daba mucho miedo caerse y darse con una piedra en la cabeza o perder el pie y que la corriente le arrastrara... tampoco es que hubiera mucha corriente... Pero le asustaba mucho.

Contó los pasos que había del río al árbol más cercano. Había tenido una idea. Corrió hasta casa. Buscó en el garaje. ¡Eureka! La cuerda que guardaba su padre desde las obras. la extendió en el suelo. Contó pasos para ver su largura. Tenía de sobra. La metió en una vieja mochila que había en el suelo y se fue corriendo hasta el bosque.

Actuaba como poseída. Como impulsada por una extraña fuerza. Obsesionada con coger el espejo y ver lo que tenía que mostrarle.

Ató la cuerda al árbol y anduvo hasta la orilla con el otro extremo de la cuerda bien sujeto. Llegaba de sobra. Podía meterse al río agarrada a la cuerda. Parecía bien fuerte atada. Estable. No se lo pensó dos veces. Se metió al agua, se acercó al espejo, se agachó y lo cogió. 

No se dio cuenta de  que se había metido vestida, de que se mojó casi hasta la cabeza para cogerlo... salió aferrada a la cuerda. Embelesada con el espejo. 

Miró. Solo se veía a ella misma. ¡Vaya,  era mentira! ¿Se imaginó a la encantaria? 

—Vuelve a mirar—Sin saber de donde había salido, allí estaba de nuevo. 

—No veo nada. Solo me veo yo. —  Ella le sonrió. 

—¿Qué poder más grande quieres? Has podido vencer tu miedo al río para conseguir tu objetivo.

—¡Claro, atada a una cuerda!—Exclamó como desmereciendo su acción.

—Sea como fuere. Lo has hecho. Has conseguido lo que querías. ¿No? Te has vencido a ti misma. 

La verdad. Sí. Otras veces se rendía. Lo difícil lo dejaba. Esta vez había vencido su miedo, había buscado una solución y la había llevado a cabo. Sin dejarse vencer por sus pensamientos negativos.

—Se miró al espejo y se dijo: ¡Vaya Marina, me sorprendes!


—Ese es tu poder, Marina. Mírate al espejo y quiérete mucho. Anímate, háblate, escúchate. Nadie te querrá nunca tanto como tú. La abrazó y la envolvió en una suave tela blanca. Cálida. Radiante. Y desapareció.

Llegó a casa. Empapada. Su madre al verla le riñó pero ella no alcanzó a escuchar lo que le decía. subió a su cuarto, se quitó la ropa mojada, fua a ducharse y mientras el agua caliente le caía por la espalda creyó ver el  reflejo de la encantaria en el espejo del baño.

Por las mañanas, al despertar, se mira en el espejo y piensa en el día qué le espera. ¡Hoy puede ser un gran día! ☼— se dice. 

Y por las noches, antes de acostarse se da las buenas noches y rememora las cosas buenas del día. 

¡Tal vez era cierto, y realmente encontró su poder!


*Fuentes para conocer a "Las encantarias":  


sábado, 28 de diciembre de 2024

El duende que perdimos

A veces ,
te miro sin que tú lo sepas
y sé que te quiero.
Cuando estamos entre amigos,
y no te das cuenta, 
miro de reojo
y me gustaría besarte.

Es en casa
cuando la magia se va
y te veo distinto....
¿Qué me pasa contigo?

Quiero encontrar
el duende que perdimos,
la magia que nos envolvía,
la pasión olvidada.

Que vuelvan
tus caricias, tus besos a estremecerme.
Quiero estar contigo
AMÁNDOTE. 



domingo, 8 de diciembre de 2024

CUÉNTAME UN CUENTO

Con este relato participo en el "VadeReto" de diciembre "CUÉNTAME UN CUENTO", del blog Acervo de Letras. Un maravilloso lugar de encuentro para contar historias.

Retomo uno de los cuentos que escribí siendo muy joven y que publiqué para participar en otro reto de escritura hace unos años (al pie del relato dejo la referencia de entonces). 

Os deseo a todos una feliz lectura y unas felices fiestas, que seguro se nos hacen más dulces disfrutando de los cuentos de todos los participantes. 

¡¡¡Un abrazo enorme!!!

PUEDES DIBUJAR TU ARCO IRIS

Había una vez un bosque, un pequeño pero maravilloso bosque, donde la paz y la armonía reinaban día y noche. (Bueno, algunos días más que otros).


Las ninfas y las hadas que habitaban el lugar, con singular encanto, hacían que duendes y elfos les ayudaran en el difícil empeño de conseguir que todos los animalitos respetaran el equilibrio natural y siguieran manteniendo el ciclo vital.
Día tras día el trabajo era agotador sin embargo, siempre trataban de encontrar algún momento para dedicarse a jugar, reír, disfrutar…

La ninfa “Alas de Mariposa” se había propuesto sorprender a todo el bosque con un regalo maravilloso a la llegada de la primavera.
Justo cuando las lluvias cesaran y el sol volviera a brillar, en ese preciso instante, pretendía que en el cielo brillara una preciosa cinta multicolor en forma de arco, a la cual llamaba  "Arco Iris".
Incansable, buscaba cualquier momento para pintar pacientemente su particular lazo: siete bandas de distintos colores que dibujarían al “unísono” un medio círculo en el cielo.

Pasaron días, semanas, meses… 
el gran día, 
¡por fin!, 
había llegado.

Feliz y contenta, escapó de la fiesta de bienvenida a la primavera, impaciente, no fuera que se le escapara el tiempo y fallara su plan.
Al caer las últimas gotas de lluvia y atravesarlas el primer rayo de sol, soltó su preciada cinta.
Todos se quedaron boquiabiertos y ella fue, ese momento, la más dichosa de la fiesta.

Fue la idea más ocurrente que hubiera tenido jamás una ninfa. Hadas, ninfas, duendes y elfos se reunieron enseguida: ¡tanto trabajo no podía quedar sin recompensa!
Había que conseguir que el "Arco Iris" pudiera verse en determinados momentos, pero no tan a menudo como para que sus colores se estropearan.

Fue difícil tomar la decisión. Todos pretendían tener la solución buena y nadie escuchaba la de los demás.
Ese día no llegaron a un acuerdo ni al siguiente ni al otro… el arco iris seguía luciendo con peligro de deteriorarse irreversiblemente y perderse para siempre. 

Sin embargo, era demasiado preciado para dejar que desapareciera y, unos y otros fueron mordiéndose la lengua y transigiendo hasta llegar a un buen acuerdo para todos.

 Crearon un hechizo que hiciera que, muy de tarde en tarde, llovieran del cielo diminutas gotas de lluvia y mientras brillara el sol ,fuera dibujándose en el cielo el arco iris.
Tal vez solo se viera un instante: 
¡¡¡ dichoso instante!!!

Gracias a él se había logrado que todos llegaran a un acuerdo y cada vez que lo vieran lucir sus colores serviría para sentirse más unidos.
Cada uno puso su pequeño grano de arena y así, entre todos, para siempre brillaría en el cielo un precioso
Broche Multicolor.

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Este es mi aportación de esta semana al reto 52 retos literup 2020, es un cuento que escribí el 5 de mayo de 1997 para una buena amiga. De las que todavía están conmigo, a pesar de los años.
 Es el  Reto #7: La fantasía es la protagonista. Esta semana escribe un relato de este género.
Estaré encantada de recibir un comentario con tu opinión y propuestas de mejora. ¡Feliz semana!




lunes, 8 de julio de 2024

Cuando las nubes esconden el sol

A veces la vida nos muestra su cara más oscura y tenemos que coger el paraguas para atravesar la tormenta. Nos agarramos fuerte para que el viento no nos arrastre y buscamos la linterna que más luz nos dé. Cuando escampe, podremos secarnos suavemente con una toalla y disfrutar de nuevo del sol. 
Mientras ese nubarrón, que se instaló hace unos meses en mi  tejado, acaba de descargar os dejo esta presentación. La hice para un curso para el trabajo. 
Os cuento de mí. En las redes soy "Jose Lezcano". Intentaba ocultar mi identidad. Que no me localizaran las personas que me conocen. Necesitaba escribir sin ataduras y sin  tapujos, sin censura. 

La de la presentación  soy yo,  Mª José , la que está intentando salir de detrás de esa oscura nube. 


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miércoles, 28 de febrero de 2024

Cómo el jazz cambió sus miradas

Vamos a ir conociendo poco a poco a nuestros protagonistas. Por un  lado tenemos a tres urbanitas.   Tres "señoritingos" que acaban viviendo en un "pueblucho perdido", alejado de la civilización. Bueno, eso es lo que ellos pensaron al llegar al pueblo de montaña donde sus padres habían decidido 
invertir y montar una empresa. 
Al haber acabado el periodo escolar  y  estar empezando las vacaciones escolares de su prole, las tres familias se trasladan juntas, al completo,  al pueblo. 
La primera semana les da, a nuestros burguesitos, para  convencerse de  que  no hay nada que hacer en ese lugar. ¿Cómo no se mueren de aburrimiento? Conocen a la poca juventud con la que pueden alternar en la piscina municipal y en el bar donde se reúnen por las noches y los findes. Pero para ellos es todo muy soporífero.

—Propongo que nos acerquemos a conocer al "rarito"
—¡Chicos! No lo veo claro...
—¡Don remilgos! ¡No fastidies! ¿Quieres?
—Tampoco vamos a hacer nada más que mirar. Tal vez reírnos, ¡Según dicen es todo un espectáculo!

Acaban convenciendo a su amigo, el reticente, y una noche se acercan decididos a su granja. 
Al llegar a la casa, escuchan una melodía de jazz que les hace olvidar a lo que habían ido. 
—¡Tío! ¡¡Esto es una pasada!!—Las notas  de "Feeling good", de Nina Simone,  les hipnotizan
—¡Ya te digo! Debe tener un pedazo piano de cola, ¡pero qué sonoridad!. 





La música parece salir de un granero y sigilosamente, van acercándose, embobados, ahora por una improvisación sobre la base de "kind of blue" de Miles Davis.
Al asomar la cabeza por la puerta entreabierta, ven a alguien de espaldas,  tocando un viejo piano de madera desgastada, sin embargo, suena como ningún otro instrumento han oído jamás. En sus años de conservatorio no han escuchado a nadie interpretar así. Ese sonido cálido, recio... 
Acaban haciendo ruido. El intérprete deja de tocar. Se vuelve hacia ellos y le disparan atónitos cientos de preguntas sobre su música, su piano...





Y aquí tenemos a nuestro último protagonista. Tiene 16 años, como los otros. Pero este curso ya no ha ido al instituto. Ya, con sus casi 17 años está harto de intentar encajar . 

Estudiar se le  da fatal. No entiende la mitad de las cosas. Tampoco cree que le vayan a servir para mucho. Tiene claro que quiere continuar con los campos y la granja de su padre. Es feliz así. 
Le encanta el trabajo, sus compañeros de trabajo (los animales y las verduras no le dan problemas) y por la noche tiene la música, con la que se evade  de  todo lo malo que haya podido ocurrir.

Los mira ojiplático, mientras le lanzan todas esas preguntas. Nadie se ha interesado nunca por su música. Bueno. Nadie de su pueblo. Duda que ni siquiera sepan lo que hace de noche en su granero. 

Su padre, que ha oído voces y no escucha la música de su hijo, aparece con una escopeta de perdigones:

— ¡Largo de aquí, gamberros! ¡A reíros de vuestro padre!— Lanza varios perdigonazos al aire y, los tres de ciudad, huyen como alma que lleva el diablo. 
—¡Papá! ¡No estaban riéndose de mí! —Se acerca al piano, lo cierra y apaga las luces del granero, empujando suavemente a su padre hacia fuera mientras cierra la puerta. El hombre, totalmente descolocado por la situación, que no acaba de entender, sigue a su hijo hasta casa y guarda la escopeta en su armario de costumbre.

Al día siguiente, Luca, nuestro artista al piano se acerca a la piscina con la seguridad de que los   tres visitantes de la noche anterior estarán allí. Huyendo del calor del  verano. 
Esperaba las miradas indiscretas y las risas tontas de su vecinos, pero no le importa. Los ha visto, a sus visitantes nocturnos, al fondo, cerca de la valla.
A medida que se acerca lo saludan con entusiasmo y entre sonrisas y presentaciones, a los diez minutos están los cuatro sentados en la hierba. Mirándose los unos a los otros. 
Entonces es cuando se dan cuenta de la cara de Luca. ¡Menuda mancha roja le tapa prácticamente media cara! 
—Es una mancha de nacimiento. Sois los primeros que no me miráis raro.
—La verdad, acudimos a tu casa buscando "al rarito", a "cara roja"... —Luca baja la cabeza avergonzado—, y nos fuimos sin reparar en tu cara.
—¡Pero nos encontramos con un genio con las teclas! —comenta  eufórico Andrés.
—¡Luca, tío! Eres un crac al piano —interviene Marcos entusiasmado.

Los cuatro chavales acaban de hacerse amigos sin darse cuenta. Han aparcado los prejuicios de niños ricos, los aires de superioridad que traían de la ciudad, la tontería que les añadía el tener de todo y no apreciar nada. Por otro lado, los complejos de años y años de mofas e insultos se quedan aparcados, por parte de Luca, cuando empiezan a contarse sus idas y venidas por las melodías del jazz. Resulta que les une a los cuatro su amor por este estilo tan particular y acaban en casa de Andrés tocando para Luca. Al saxofón, Andrés; Marcos, con su trompeta y para terminar, Jaime con su batería.

Luca, entusiasmado entona suavecito "What a wonderful world" al más puro estilo de Louis Armstrong. Sin tardar, los demás empiezan a acompañarle con los instrumentos. Como si llevaran meses ensayando juntos se acoplan de maravilla y acaban interpretando varios temas, de improvisación en improvisación.

Y así se les va el verano, y empiezan una relación que nadie sabe donde puede llegar. Las familias de los cuatro se conocen y entablan una buenísima relación. 
¡Quién sabe! Tal vez Luca se replantee el fututo. O tal vez no. Pero a partir de ese verano, todo cambia. Luca descubre que en el mundo hay mucha gente que merece la pena conocer y los chicos de ciudad, nunca más volverán a menospreciar lo que no conocen. Bueno, o sí. El caso es que, seguramente, ellos también aprendieron una gran lección en aquel granero.













lunes, 22 de enero de 2024

Reina mala, Reina buena.

Había una vez un reino que era un auténtico desastre. Las calles aparecían siempre llenas de basura y en malas condiciones. Numerosos edificios medio derrumbados amenazaban con caerse un día u otro.
Los vecinos discutían a doquier, no importaba el motivo. Y los niños correteaban a su antojo faltos de cariño y atención.
Un día llegó una reina que buscaba un palacio donde vivir y un reino para reinar. Le gustó tanto el lugar que pensó que podría arreglar todos los problemas y volverían a ser felices. 

LLegó cargada de cariño y buenas intenciones...

Cada día salía de palacio en ayuda de alguien con problemas y,  noche tras noche, regresaba rendida y abatida porque sus esfuerzos parecían en vano. 
Sus súbditos pronto empezaron a quererla y a confíar en ella. En todos los reinos se oía hablar de la "reina Carola".
Al anochecer se acostaba soñando encontrar solución a este o a aquel problema y al despertar se prometía que ese día arreglaría algún asunto pendiente.
Pero un día se despertó triste, cansada. Se sentó en su trono y se pasó toda la mañana pensando:

«No podía hacer nada solo con buenas intenciones. Esas gentes no ponían de su parte y necesitaban más ayuda de la que ella podía darles".
Recogió sus cosas, cargó su maleta y sigilosamente, por la noche, se fue del reino  desolada, abatida.

Pronto en el reino se empezó  a hablar de la "Reina Mala". La mala reina que les había abandonado, dejándolos solos en el peor de los momentos. Más pronto aún la habían sustituido.
Paradójicamente, el reino empezó a ir mejor. Buscaron ayuda donde podían encontrarla y pusieron empeño en salir del trance. Todos aportaban su granito de arena, cado uno daba lo que tenía lo que sabía hacer. Juntos, haciendo piña. Compartiendo problemas y soluciones. 

La  nueva reina solo tenía que pasearse con su gran sonrisa y darles aliento y ánimos. Sembrar buen ambiente y positividad. Interviniendo cuando era necesario repartiendo sabiduría, escuchando mucho. 

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VadeReto de enero nos propone esta foto como punto de partida.
HORIZONTES COPARTIDOS
He recuperado un breve cuento, escrito hace tiempo,
dónde he creído ver reflejado el espíritu de esta convocatoria. 
La unión hace la fuerza, junto podemos con todo, mejor.
Como siempre, si no conoces el reto, te invito a conocer el blog y todo lo que puede ofrecerte.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Poquito a poquito

Jirafita  huyó con su familia de la selva en la que vivía tras un enorme incendio que nadie sabe cómo empezó. Todos los animales corrieron despavoridos en busca de un nuevo lugar para vivir. 
Aunque echaba de menos su antigua casa, su nueva selva era bastante acogedora. 
Estaba contenta. En la escuela de animales se sentía a gusto. No era para nada el centro de atención, cosa que odiaba. Pasaba desapercibida a pesar de su altura. 

Gracias a su largo cuello, veía más allá que los demás. Hacía días que notaba
cómo el gran orangután blanco, llegaba con una sonrisa de oreja a oreja y poco a poco se desdibujaba por completo. Blanquino entregaba todos los días su almuerzo a Pumuki y después vagaba entre los árboles cabizbajo. Ese día pensó en acercarse a él, en cuanto lo viera,  y darle un abrazo. 
Nada más verle entrar al recinto escolar se acercó a él. Blanquino le regaló una de sus sonrisas y no se despegaron en todo el día. Almorzaron juntos y como vivían cerca volvieron a casa sin dejar de reír y contarse cosas. 

Al día siguiente, Jirafita se acercó a Cebrina que  se escondía tras los arbustos día sí y día también. Le iba a preguntar qué le pasaba cuando notó por su lomo un frío inesperado y en su cuello se empezó a enroscar el cuerpo  de Pitonisa:
—¡Por qué te metes, cuellilargo, donde nadie te llama!
Pero antes de poder contestar se acercó Blanquino con su amigo  Melenas y la pitón se fue volviendo la cabeza amenazante. 
¡Vaya!,  resultaba que el león había perdido las melenas por una broma de Pitonisa y sus amigos,  y ahora le daba miedo ir solo por la selva. 

Jirafita era feliz rodeada de sus nuevos amigos con los que charlar en el cole, ir y venir a casa y jugar en el tiempo libre. Sin embargo, con su largo cuello, seguía viendo como Pitonisa y Pumuki imponían su tiranía en el corazón de la selva. 

Algunos animales se hacían los despistados, con ellos no iba  nada y otros parecían invisibles, nadie quería ver lo que les pasaba. Y mientras,  una panda de  cuatro valentones se hacían dueños de cada rincón de sus vidas. 


Pero poco a poco todo empezó a cambiar sutilmente. El grupo de amigos de Jirafita iba aumentando, y se ayudaban a crecer entre sí. 
Se habían dado cuenta que si iban varios juntos, Pitonisa y su panda les molestaban menos. Así que procuraban ir en grupo. Y estar atentos por si alguien necesitaba ayuda.


Trompas llegó un día nuevo al colegio. Jirafita creía recordarlo de su antigua selva y cuando se dirigía a saludarlo Pumuki se interpuso en su camino.
—Creo  que Pitonisa quiere darle la bienvenida. Te aconsejo que no te interpongas, piernas largas.
—Pues,  yo "creo" que te equivocas. Veo a Blanquino y Cebrina riéndose con el nuevo. ¿Dónde dices que está tu amiga?

Se fue esquivándolo y estirándose todo lo que podía. Por supuesto que tenía las piernas largas. 
—¡Larguísimas! —diría ella.

El elefante recién venido enseguida atrajo a media selva. Era graciosísimo y todos se divertían mucho con él.

la selva iba cambiando de sol a sol. Los despistados cada día reconocían a más invisibles y estos habían hecho de la unión su arma invencible. Estaban convirtiendo el patio de su recreo en un lugar seguro, de todos y para todos. De todas y para todas.
Todos tenía su hueco en el tiempo libre: unas contaban historias, otros se sabían muchos juegos, a veces cantaban todos juntos o se inventaban una nueva diversión. Cada cual tenía diferentes ideas y se agrupaban según el día y lo que les apetecía. 
"La panda de Pitonisa" se había reducido a la pitón y al puma. Había días que se les veía aburridos, enfadados, rabiosos... No encontraban oportunidad para seguir amedrantando a los demás. Nunca nadie estaba solo el tiempo suficiente. En cuanto se acercaban a cualquier animal, alguien  aparecía a su lado con la excusa de jugar, de hablar, le pedía ayuda para algo... 

Cuando Jirafita pudo volver a su selva, las cosas habían cambiado mucho. Todos eran importantes y todos tenían su espacio. Entre todos habían conseguido, con abrazos, sonrisas y compañerismo convertir su cole en un lugar único donde aprender y divertirse juntos unas y otros.
El cole y cada rincón de la selva eran ahora espacios de felicidad. 
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Esta es mi aportación al VadeReto de Diciembre.
Una idea interesante la que ha tenido nuestro anfitrión.
"Recuéntame un cuento"
Las fábulas de Jean de La Fontaine, más bien sus moralejas 
son nuestro punto de partida. 
¿Encuentras la moraleja en la que he querido basar mi cuento?

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