Soy Cloacina, antigua diosa
romana que gobernaba la “Cloaca Máxima”, la parte más importante de la red de
alcantarillas de Roma. El mismo Tito Tacio erigió una estatua en mi honor.
Además de proteger el buen funcionamiento del sistema de drenaje y
alcantarillado de la gran metrópolis romana, capital del imperio, era la
protectora de las relaciones sexuales habidas dentro del matrimonio.
Hace unos días me desperté en una
majestuosa habitación. Rodeada de lujos. ¿Quién era? ¿Dónde estaba? ¿Cómo había
llegado hasta allí?
Poco a poco he descubierto que alguien
ha urdido este plan para mí. Pero no sé muy bien para qué. Estoy es una metrópolis desconocida para mí. Está
llena de edificios que rozan el cielo, construidos con materiales muy
diferentes a los edificios de Roma, con grandes ventanales y fachadas llenas de
luces y colores, que hacen de las noches un paraíso multicolor. Calles ruidosas
y llenas de gente, con puertas que se abren y se cierran solas. Vehículos que se mueven
como si se deslizaran por el suelo, rugiendo como leones. Vehículos ruidosos y que desprenden gases asfixiantes.
Donde yo vivo, hay una habitación que te sube
y baja de planta. En la tercera planta está mi casa. Una enorme habitación con
un artefacto que al levantarlo una voz me espera para cumplir todos mis deseos:
“Servicio de habitaciones, ¿qué desea?”.
Allí, tengo todo lo que deseo para
suplir cualquier necesidad diaria. Paso el día paseando y escuchando las
conversaciones de la gente.
He deducido, de todo lo oído, que el matrimonio
ya no se respeta como algo sagrado, las relaciones sexuales se dan con más
libertad que nunca. Y se dan más fuera que dentro del matrimonio. Hay
matrimonios que han perdido la magia y las noches eróticas son un mero trámite
a cumplir y otras parejas practican sexo igual que comen, tan solo para
satisfacer una necesidad. No sé, algo se ha perdido.
La vida trascurre de manera vertiginosa,
demasiado rápido. No hay tiempo que
perder, no se puede dejar nada sin hacer y las relaciones, las verdaderas, necesitan
cocerse a fuego lento, poco a poco. Sin prisa. No hay tiempo para acudir a los
dioses, para escuchar sus consejos, para escucharse por dentro…
Y las cloacas están sucias. Llenas de ratas.
Como siempre. A veces, cuesta reconocerlas. También fuera hay demasiada
suciedad, todo tirado por las calzadas… demasiada basura por doquier…
Soy Cloacina. Eso creo. Pero encuentro
algo absurdo una deidad como yo. ¿No crees?
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Reto#43: Haz una historia sobre el día a día de un dios. Puedes escoger su cultura y si vive entre nosotros, al estilo American Gods. Retos Literup
Tratando de cumplir el reto. Completar plazos. Aunque sea con retraso. Es difícil no alcanzar el objetivo y sin embargo, sentir que debo publicarlo, porque así me lo propuse en su momento. Es bueno plantearse retos. Pero el próximo intentaré que sea más realista. Que se ajuste a mis posibilidades.
Tal vez continúe esta historia con otro relato. Se lo vi hacer a Andrea del blog Un gato condensado y me gustó. Pasearos por sus dominios gatunos, no os defraudará.