martes, 29 de agosto de 2023

VadeReto agosto 23

Un mes más me encuentro al final de mes sin un relato que presentar al VadeReto. Y me fastidia porque entonces me quedaré sin las visitas de todos los participantres de este fantástico reto que mes a mes nos propone José Antonio Sánchez  en su blog "Acervo de Letras". Desde la primera participación con uno de mis relatos, me sorprendí al recibir las visitas de los amigos de este blog, participantes casi todos, que se acercaban a leer mi relato. Me encanta ese feedback tan reconfortante. Con las buenas y las malas críticas tan constructivas. Así que este mes, para no quedarme fuera, recupero una entrada antigua para dejar mi granito de arena en este carrusel de relatos.  Es uno de los cuentos que hace años escribí a una de mis amigas pero que puede servirnos de metáfora para muchas circustancias de la vida. Gracias de antemano por vuestra visita.

y sin embargo...
Hace muchos años en un lejano país existía una pequeña aldea donde jamás habían visto la luna.
En la biblioteca del lugar,infinidad de libros, con grandes dibujos e ilustraciones, intentaban explicar cómo era.
Los habitantes de aquella aldea se conformaban con ver todas las noches distintos luceros y estrellas que el cielo les mostraba, e imaginaban por medio de comparaciones cómo sería su anhelada luna.
Sin embargo,María,todas las noches miraba ansiosa las estrellas intentando encontrar una que fuera distinta a todas ellas;buscando ese gran lucero, ese broche de nácar que adornaba las noches en sus sueños.
María, que desde siempre había vivido en esta pequeña aldea,sonreía feliz, día a día, pues no podía quejarse de lo que la vida le brindaba.
Y, aunque poco a poco todos esos sueños que de niña tuviera se iban cumpliendo, un vacío quedaba en su corazón, una extraña sensación de soledad que la estrella más bella del universo no podía disipar con su luz.
En una de esas noches en que María pasaba horas y horas en su ventana recorriendo, palmo a palmo, la vasta oscuridad del cielo, vio,de pronto,el lucero más hermoso que jamás hubieran sus ojos comtemplado.
En medio de tanta oscuridad, su redonda silueta parecía la sonrisa del cielo; María hubiera jurado que esa noche brillaba 
solo para ella.
Sí, habían merecido la pena tantos años de espera. Era mucho más preciosa de lo que nunca pudiera haber imaginado.
Dentro de su corazón 
los débiles rayos que de ella manaban iban inundando ese espacio vacío que tantas veces había querido llenar.
Cada día se le hacía más largo esperando llegar la noche para poder ver de nuevo su preciosa luna.
Hubiera querido poder descolgarla del cielo y guardársela como un tesoro para ella sola.
Tenía celos de la gente que como ella pudiera sentir esta intensa emoción al admirarla y a la vez temía que alguien pudiera querer llevársela de nuevo lejos de ella.
Poco a poco iba creciendo en su corazón
 una inmensa felicidad y al mismo tiempo un abrumador sentimiento de impotencia.
Era feliz con poder disfrutarla cada noche pero, a la vez, quisiera no tener que compartirla con nadie.
Sí, María era ahora completamente feliz, 
y no creas, 
todos sus vecinos se dieron cuenta del cambio que había dado y es que la felicidad que renacía en su interior no podía disimularla y se reflejaba en sus ojos. 
Ella sabía que,tal vez, la luna volvería a desaparecer, pero mientras estuviera cerca de ella no dejaría de asomarse 
cada noche a su ventana.




"Y así se sentía mi amiga cuando conoció a quien hoy comparte la vida con ella, tanto tiempo esperándolo y ahora le daba miedo poder perderlo. 
 Dudas, incertidumbre, inseguridades...
y una nueva felicidad que disfrutar."
Escrito en septiembre de 1988
Publicado por primera vez el 1/12/2019