martes, 28 de septiembre de 2021

E. T. EL EXTRATERRESTRE

 

Me llamo Ermunio Timoteo. Sí, ese es mi nombre.

Cuando en el cole recibía burlas por el nombre, que hubo risas, se sorprendían cuando en vez de enfadarme o llorar o avergonzarme, yo contestaba:

—¡Soy único hasta por el nombre!

Porque claro, lo peor era mi aspecto físico. (Que yo siempre les decía a mis padres que hay cosas que, o las haces con ganas, o mejor no hacerlas).

Soy extremadamente delgado, desgarbado. Los brazos me cuelgan, resultan larguísimos. Mis enormes pies, avisan de mi llegada. La cabeza la tengo exagerada para mi tronco, como la tierra, redondeada y achatada por los “polos”, con unos orejones a los lados impresionantes; a los cuatro pelos que tengo en el cogote les es imposible taparlas.  Al verme canturreaban:

—¿Qué es el viento? Las orejas de E. T. en movimiento. —Las carcajadas siguientes resonaban por todo el instituto. Yo levantaba las cejas, haciéndome el interesante, y las movía todo lo rápido que podía. (Sí, sé mover las orejas. ¡Sorprenderte!). Esto les partía la broma, porque entonces todos se acercaban a preguntarme cómo lo hacía.

Habrás adivinado ya, como me llamaban, ¿No? Pues sí: “E.T. El Extraterrestre.” Cuando empezaron a llamármelo con sorna, un día les dije:

— ¡Con poco que haga, tengo el mejor disfraz de carnavales!

… Tienes razón. Me río hasta de mi sombra. Mi humor me ha ayudado a rodearme de gente que me quiere. Que soy muy raro, dicen. Tal vez. Pero soy feliz. Me quiero.

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Con este relato participo en "MICRORETOS: ¡DE  CINE!, organizado por David Rubio en su blog "
EL TINTERO DE ORO
"


jueves, 16 de septiembre de 2021

La bomba



Aún no sé muy bien qué hago en este avión. A estas alturas de nuestra vida, hacemos una quedada exalumnos del colegio para ir a una isla perdida en la costa oriental africana.  ¿Qué se nos ha perdido allí?


Vale, sí. Bruno, un excompañero, es socio capitalista de un complejo de lujo en las Seychelles y nos ha reservado una semana por un precio irrisorio. Pero aun así, a poco más o menos de tres años para cumplir los cuarenta y haciendo alrededor de veinticinco que no nos vemos,  ¿en qué estábamos pensando cuando aceptamos acudir?

Yo, por un lado tengo curiosidad por saber qué ha sido de algunos y algunas. Los jefecillos y jefecillas. Los que dirigían la “manada”. Así es como acababas comportándote, si no querías que te hundieran en la miseria. Si no formabas parte del “rebaño”, te esperaba el olvido más cruel, o todo lo contrario, ser protagonista de todas las bromas y burlas que se les ocurrieran.

Por otro lado, creo que,  en la vida me podré permitir venir a este destino paradisíaco, y aunque me lo pudiera permitir, yo sola no creo que viniera. Sí, sigo sola. Tanto como lo estuve en la escuela. 

Ya estoy en el avión. Todos gritan saludándose. Como era de esperar, a mí, ni me han visto entrar. Estoy empezando a agobiarme. Tengo claustrofobia. Me he tomado las pastillas que me aconsejó la psicóloga, y a ver si me siento y empiezo con la relajación… ¡¡Dónde me siento!!!  ¡¡¡Ayuda, me ahogo!!!

—Aquí tienes sitio. —No recuerdo quién es—. Si quieres, claro.

—¡Claro que quiero! —Le sonrío al sentarme—. Estoy al borde de un ataque de nervios.

—Ya somos dos. —Se agarra a una pequeña mochila como si le fuera la vida en ello—. 

—Soy María, ¿me recuerdas? —Se relaja un poco, eso parece al menos.

La verdad es que no. —Parece pedir perdón con los ojos —. Yo soy Félix.

¡¡Félix!! —Noto que se me suben los colores. Lo enamorada que estuve de él.

Sí, he cambiado mucho. Ya no soy aquel niño gordito del que era fácil burlarse.

Nos ponemos a hablar de los tiempos de la escuela, no recuerda que yo estaba allí. Yo sí recuerdo los escarnios que él sufría y lo invisible que yo era, hasta para él

¿Recuerdas las cartas de “Amapola Negra”? —Frunce el ceño contrariado.

¿Cómo sabes eso? —Se ha puesto nervioso, casi me da miedo—. Nunca se lo dije a nadie. Ni a mis padres.

Era yo. Todos los martes. Para tu cumpleaños y en días señalados.

Esas cartas… eran los único bonito del colegio, incluso lo único bueno de muchos días. Aún las guardo. —Su cara se enternece.

Estuve locamente enamorada de ti, varios años. Pero nunca acudiste a mis citas. —Me mira sonriendo tímidamente.

La verdad es que, me daba vergüenza.

Y a mí. Si hubieras venido, no sé qué hubiera hecho. Te esperaba escondida.

Nos miramos y nos echamos a reír. Vaya par de tontos. Colorados hasta las orejas por un sentimiento de la niñez. Me empieza a entrar el sueño. Las pastillas hacen su efecto. Anda, no me he acordado de mi claustrofobia. Me he relajado hablando. Le comento que voy a dormirme...

Alguien me despierta…

¿Qué pasa, Félix? —digo despertándome sobresaltada. 

Está alterado, pálido. Me zarandea hasta espabilarme. He debido dormir varias horas. Aun quedan otras tantas para llegar a las islas.

He cometido el mayor error de mi vida.  Y ahora…—Todos deben oírle, lo dice gritando.

Bueno, tranquilo. Todo puede solucionarse.

¡NO LO ENTIENDES! —dice levantando aún más el volumen de su voz. Todo el avión se queda de pronto en silencio—. ¡¡TODOS VAMOS A MORIR!! Esto —dice alzando la pequeña mochila que lleva abrazando todo el viaje—, es una bomba, que explotará en menos de dos horas.

Se mueve despacio. Nadie hace el menor movimiento. Creo que se oye un “clic”; desde cabina nos están oyendo. Los auxiliares de vuelo han desaparecido.

En cuanto me enteré de este viaje. No pensé en otra cosa. Por fin me vengaría de todas las lágrimas que me hicisteis derramar. Soy Félix. Imposible reconocerme. He cambiado mucho físicamente. Bueno, lo importante es que aquí llevo una bomba activada para explotar y si no se para el temporizador… explotará.

¡Guau!. Vamos a morir. El silencio se puede cortar. Su mirada va de una lado a otro, estamos todos aterrados.

Alguien delante de mí levanta, tímidamente, la mano.

Yo creo que, sí tú quieres, claro, puedo intentar desactivarla.

¡Cómo no! Manu, el más guapo y listo de clase. —El sarcasmo puede masticarse.

Mira, acepto mi culpa. Te hice la vida imposible. Pero todos vamos a morir, tú también.

¡¡Llevo años pensando en esto!! Mi vida me importa tres.

Mientras Manu, se va acercando a Félix. Se van oyendo voces tímidas que intentan limar la situación.

—¡He visto tu último anuncio!

—¡Estuve en tú monólogo del parque de atracciones!

 —¡Has conseguido el éxito, tío!

Él se sorprende, se lo veo en la cara, de que  haya quien  conozca  su trayectoria; pero no deja que Manu se le acerque. Hasta que Lucía se levanta y dice la palabra mágica:

—¡Perdóname, Félix! Nunca pensé que te doliera hasta este extremo.

En ese momento uno a uno todos va levantándose y pidiendo perdón. Félix deja la mochila en el suelo y Manu, que es bombero, se acerca sigiloso a abrirla. Una vez la cremallera desabrochada,  explota en una carcajada a la vez que se echa a llorar. Enormes lágrimas recorren su mejilla. Ríe y llora. Llora y ríe.

—¡No jodas, Félix! Esto es una bomba de juguete.

 Se sienta de nuevo a mi lado. Solemne. Inpertérrito. Su semblante se ha relajado de repente.   De la cabina salen los auxiliares.  Se oye de nuevo un "clic". El vuelo continúa.  Tenso.

Todo lo tenía medido. Preparado. Su mejor actuación. Una broma macabra que seguramente nunca olvidaremos.

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Esta es mi aportación a la propuesta de "VadeReto" de septiembre, 
del blog "Acervo de Letras".
¿Conoces el blog? Pues si te gusta escribir, cada mes nos plantea  sugerencias 
para un nuevo relato.
¿Te animas?