domingo, 23 de mayo de 2021

Las fobias que nos envuelven




Hace tienpo que sigo este blog "EL TINTERO DE ORO". Lanza muchas  propuestas de escritura creativa, donde propone retos a partir de  un disparador inspirativo y una serie de normas, pero luego tienes toda la libertad del mundo para crear. Este, en  concreto,  consiste en escribir un microrelato alrededor del tema de las fobias. Os dejo aquí  el enlace a la concocatoria por si quieres más información.
Esta es mi primera participación en uno de sus retos y espero estar a la altura. Porque como os digo, me he paseado y he leído algunos relatos en otras ediciones y hay mucho talento colaborando con David Rubio Sánchez autor del blog

Para mi relato me he basado en una fobia singular: La tripofobia.  Se trata del miedo o repulsión a las figuras geométricas muy juntas.
Especialmente hoyos pequeños, aunque también pueden ser rectángulos pequeños o círculos convexos. Colmenas, esponjas, burbujas… Aunque la rosa del Nilo suele ser una de las imágenes más espeluznantes para los usuarios. Me enteré de esta fobia porque uno de mis alumnos me contó que la tenía. ¡Qué curioso!
¡Gracias por leerme y dejarme tu opinión!
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Claudia, ¿qué te asusta?

Claudia iba pegadita a mí, en su mochila. Le encanta ir allí, cerquita de mi corazón, sintiéndome respirar. A mí, me pasa lo mismo, me tranquiliza sentirla junto a mi pecho respirando las dos al mismo ritmo

 En el piso, Patricia, de la inmobiliaria, y yo hemos hablado tranquilamente de los términos del contrato.

A medio pasillo, Claudia se ha despertado tranquila, feliz, gorgoteando como siempre. Como si me saludara.

Jugueteaba con ella cuando al entrar a uno de los dormitorios ha empezado a intranquilizarse, moviendo la cabecita y manoteando, mordiéndose las manitas, pataleando… yo intentaba calmarla, no había nada en la habitación que pudiera asustarla; se reflejaban en las paredes diminutos agujeritos, efecto del sol al pasar a través de las persianas a medio bajar, no era una luz excesiva que pudiera molestarla.

Al salir al pasillo se ha tranquilizado. Sin embargo,  entrando al salón otra vez ha vuelto su desasosiego, pero esta vez llorando desconsoladamente.

No lo entiendo. Al pasar la luz a través de la cristalera del salón, cubierta con un vinilo de figuras geométricas, las paredes se teñían de múltiples figuritas, como pequeños agujeritos informes de colorines. Era un efecto mágico.

He querido seguir con la visita pero en cuanto entraba en una habitación lloraba aterrada, presa de un pánico que me transmitía a través de todo su cuerpecito.

 Me he despedido. Ya fuera, más tranquila, me ha mirado con sus ojitos llorosos y, poco a poco, se ha quedado plácidamente dormida.