sábado, 26 de octubre de 2019

Retos de escritura


Desde que empecé a tener cosas que contar y no sabía muy bien cómo ni a quién, escribir fue el  camino hacia mí misma. He escrito poemas. historias cortas, cuentos, hasta dos intentos de novelas cortas que descansan en un cajón. Muchos de mis escritos voy a ir sacándolos a la luz en este blog, en eso llevo últimamente.
Sin embargo no recuerdo cuándo dejé de escribir, hasta el diario, donde dejaba caer sentimientos, alegrías, tristezas, problemas, soluciones , esperanzas, anécdotas... lo he abandonado. Estoy en dique seco. Y, a pesar de hacer tiempo que no escribo en mi cabeza bullen historias casi sin parar. Ahí se pierden, en el olvido. Aunque, a veces, vuelven una y otra vez para despertar al gusanillo que llevo dentro. Quiero escribir,

Buscando por internet, no me acuerdo muy bien qué, me encontré con Literautas un blog de escritura creativa que planteaba retos de escritura. El taller que planteaban se llamaba "Móntame una escena" y cada mes te proponían un nuevo desafío. La encontré un poco tarde. Está cerrado temporalmente.
Más de un día que tengo tiempo me paseo por sus entradas, donde nos esperan un sin fin de recursos para escritores. Para aprender, mejorar, encontrar la inspiración...
En la última entrada de esta temporada. en literautas,  leí comentarios de  mucha gente con la misma inquietud que yo y, viajando por sus blogs,  encontré que en la red hay diferentes opciones para los que nos gusta escribir.

Yo voy a intentar empezar el año con los retos del blog Literup, 52 retos de escritura 2019. Me gustaría escribir alguno antes de acabar el año, pero lo que de verdad me gustaría es empezar los retos de 2020.
Además, por si el reto anterior se me hace muy cuesta arriba voy a intentar también seguir el reto de Adella Brac, reto de 5 líneas.

Parece que dos meses son mucho tiempo, pero no. El año se nos va, se nos escapa con todos los proyectos inacabados, con algunos sueños dormidos y con mil ideas saliéndonos por las orejas. Al menos a mí.
Por eso voy a empezar mi calentamiento. Aunque estos retos están acabando voy a elegir alguna de sus propuestas y voy a lanzarme a escribirlas. Si para 2020 empiezan nuevos retos, me apuntaré desde el principio a ver qué consigo.

Al menos desempolvaré mi creatividad. Daré voz de nuevo a la escritora que durante mucho tiempo quise ser y que se esconde tras el estrés del día a día.

Si estás ahí, leyéndome, no dejes de escribirme un comentario sobre estas páginas que te enlazo o sobre otras si las conoces. 
¿Dónde puedo yo encontrar tus historias?
¡Te espero!

martes, 15 de octubre de 2019

Haz que salgo el arco iris

Hace mucho, mucho tiempo, existió en el reino de nunca jamás un pequeño nomo cuya garganta era envidiada por todo aquel que llegaba a conocerle.
Sus voz melodiosa llenaba de alegría los corazones de los habitantes de su aldea. Poco a poco iba consiguiendo que rebosaran felicidad y aprendieran a sonreír. 
Un día, en medio de una gran fiesta en la que él cantaba, apareció Helman, el mayor maestro de todos los tiempos.
Su música estaba llena de fantasía: cuando cantaba, por el aire,pequeñas notas de oro y plata se veían relucir como si su garganta fuera dibujando una melodía al cantar.
El pequeño nomo no podía creer lo que sus ojos veían.
¡Estaba allí! ¡Y para él solo!
¡¡¡ Solo para él!!!
Esa noche cantó como nunca antes lo había hecho. Agasajó al maestro con la mejor música que hubiese oído en muchos años.
Sin embargo, en un pequeño descanso en su actuación, nuestro amigo pudo enterarse que el maestro no había ido de propio a oírle cantar. Ni siquiera estaba enterado de su existencia, más aún, no conocía su música, su arte...
Fue una casualidad que pasara por su pequeña aldea y se sintiera atraído por la música.
Tras el descanso, cuando volvió a cantar, nadie podía creer que esa cajita de rayos y truenos, de croar de ranas y cacareos de gallina que se había abierto, fuera la misma que hacía pocos segundos había dejado a todos mudos de admiración.
Nuestro protagonista, desde lo más hondo de su corazón, sentía que el maestro no hubiera oído nunca alagos sobre él; reprochaba a Helman que no hubiera ido de propio a verle y sobre todo, le dolió que no hubiera bajado de su carruaje para decirle que era el mejor músico de todo el reino.
Cuando dejó de cantar, más que cantar de emitir extraños ruidos y desafinos, miró a su alrededor, y se vio solo. 
Nadie, nadie estaba allí apoyándole, comprendiendo su desgracia, la injusticia que se había cometido sobre él. Nadie.
¡¡¡Vaya amigos!!!
Pero al sentarse, sintió una extraña desazón dentro de sí. LLoró y lloró toda la noche, pues se dio cuenta de su gran desconsideración.
Ya al despuntar el alba, pensó en pedir perdón al gran maestro, y para ello decidió obsequiarle con lo que mejor sabía hacer. Y, poniéndose en pie, cantó la más bella canción que nunca nadie hubiese oído.
Y fijaros si lo quiso hacer bien, imaginaos lo que para él debía significar el maestro, pensad todo lo que debía sentir el desaire que hiciera la noche de antes a Helman que, al cantar, pequeñas notas de oro y plata dibujaban en el aire la melodía que salía de su garganta.
Sí, ya lo creo que Helman, el maestro, le oyó;  y supo que era la manera de pedir perdón del pequeño nomo, ya que, al deslizarse la música en su corazón,  una sonrisa apareció  en su rostro y en el cielo, aquella mañana, juntó al sol se dibujó el 
arco iris.

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Escrito en agosto de 1988
Ahora al traspasar este cuento al blog, 
volverlo a leer dejando que me llegue al alma,
le veo múltiples posibilidades para trabajarlo 
en el aula de valores.
¿Tú que piensas?