Se fue. Sin hacer ruido. Sin destacar.
Al día siguiente de su partida, cada persona que su vida habitó recibió, por correo, un paquete.
El mío
era pequeño. Una pequeña caja de cartón, cartón de embalar. Dentro, un plástico
burbujeante protegía un pequeño tintero dorado.
Una fina inscripción, con letra elegante, alrededor del tintero de oro, decía: «Pídeme un deseo y lo verás escrito pero levantarás amores y odios a partes iguales».
Me
picaban las manos y deseé con todas mis fuerzas ponerme a escribir la novela
que llevaba en mi cabeza y nunca arrancaba. Últimamente mis ideas sufrían tal
sequía que ahogaban mi inspiración.
Cada vez que la pluma se nutría en el tintero
las palabras se me agolpaban, desparramándose por el folio en blanco casi sin
masticarlas. Cada novela que había ideado ahora salía del rincón escondido
donde el cerebro la escondía y se plasmaba en un libro exitoso. Cada uno
aumentaba mi fama. Mi bolsillo. Mis fans escribían miles de cartas que
amontonaba en el garaje.
Sin embargo, cada una de esas obras había
tenido un efecto inverso en mis personas más queridas. Se veían reflejadas y las
hería, las defraudaba, las enfadaba… Las perdía. Al escribir no podía filtrar
el contenido. Hasta que el libro no estaba en las librerías y releía las partes
donde mis allegados se encontraban, no me daba cuenta de lo que realmente había
escrito y a quien señalaba.
Guardar
el tintero sería lo lógico.
¿No?
🎈🎉🎈🎉🎈🎉🎈🎉🎈🎉
En septiembre, los blogs "Acervo de Letras" y "El Tintero de Oro" crearon un reto conjunto. No llegué a tiempo y no puede participar. Sin embargo, el relato estaba escrito (aunque no lo tuve a tiempo para la convocatoria de El Tintero de Oro).
Como sé que J.A. Sánchez , anfitrión del blog "Acervo de Letras" no cierra sus convocatorias mensuales, y tengo entendido👀que está de celebración de cumpleaños, le regalo el relato que escribí para ese reto.
¡¡¡¡¡ FELICIDADES !!!!!