domingo, 26 de octubre de 2025

VadeReto octubre 25

Reto mensual del blog: Acervo de letras

EMPATÍA EN JAQUE

Jaime está harto. Pedro y sus amigos todos los días se meten con él. Le quitan el almuerzo, les tiene que hacer los deberes. Aguanta sus burlas, sus palizas, que le estropeen lo que lleva en la mochila… 

Hoy ha llevado el saxofón al instituto y eso si que no van a estropeárselo. En cuanto toca la sirena echa a correr, sin esperar a Izaskún con la que regresa a casa todos los días. Decide ir por otro camino para que Pedro no pueda seguirlo.

Pero los amigos de Pedro lo han visto irse corriendo y sale disparado para alcanzarlo. En ese momento Izaskún oye reírse a los amigos de Pedro y al mirar hacia la puerta de salida lo ve corriendo como si se le escapara el autobús. Une cabos. Jaime lleva su saxofón. Echa a correr tras de Pedro sin fijarse por dónde van. Solo corre, corre, corre…

Ha perdido de vista a Pedro y está agotada. Se para frente a un escaparate. Casi no puede respirar. Mientras toma aliento, mira a través del cristal y cree ver a Jaime.  Se acerca más al cristal para mirar adentro y sin saber cómo se encuentra dentro del local. Está lleno de cosas raras, viejas, curiosas, inesperadas… De pronto un ladrido la sobrecoge y le hace mirar hacia la derecha. Un  ejemplar adulto de labrador la mira fijamente y de pronto le habla. 

Algo muy extraño sucede en ese bazar, además de que hay un perro que habla. Ve a Pedro y a Jaime  que están a su lado. No se pueden tocar, se oyen pero están como envueltos por una cúpula de cristal. Es raro. 



El perro les reta a una partida de ajedrez. Si ganan la partida podrán salir y llevarse el objeto que quieran, si pierden seguirán jugando hasta que consigan ganar.  A cada uno le hace elegir una pieza del tablero. Jaime elige la torre para poder ver desde lo alto, para protegerse. Puede moverse adelante, atrás,  muchas casillas cada vez. Izaskún se decide por la dama. Se desplaza en todas las direcciones y puede dar  grandes pasos. Pedro  elige al rey. El rey es poder. Es fuerte. Él manda.

Empieza la partida. Los tres juegan contra el perro. Los tres juegan en el mismo equipo. 

Pedro en seguida se da cuenta de que ha elegido mal la pieza. Tiene poco margen de movimiento y necesita que le protejan constantemente. Es la pieza más vulnerable del tablero. Jaime piensa que Izaskún ha elegido una pieza que le va «que ni pintada». Tiene total libertad para moverse por el tablero. Adelante, atrás, en todas las diagonales. Paso a paso o con largas zancadas. La mira a los ojos y ella parece adivinar sus pensamientos. No ha hecho nada para ayudarle, lo apoya, lo escucha, pero no toma partido abiertamente, no busca ayuda. No denuncia lo que pasa. Todos callan. Entonces ella se da cuenta que él es como su torre. Aunque no lo sepa es fuerte. Pero se esconde tras las murallas. Se mueve dentro de sus líneas, horizontal, vertical. Ahora de uno en uno. Ahora avanzo un paso más. Parece que los tres oyen los pensamientos del otro. Se miran. 

Jaime parece derrumbarse. Mira a Pedro.

 —¡Me canso de resistir! —parece decirle—. Ya no me quedan fuerzas.

Pedro baja la cabeza. Izaskún mira a Jaime sorprendida: ¿se avergüenza de lo que hace?

—¿Qué pasará si dejo de ser el jefe? ¿Qué me quedará? —Mira a Jaime con rabia—¡Eres un cobarde! ¡Cuéntalo! No te escondas detrás de tu amiga.

Mil ideas bullen en sus cabezas. Jaime debería hablar con sus padres, tal vez con los profesores. Izaskún, podría tomar partido. Contar lo que ella ve. Comprometerse. Pedro no sabe como cambiar. ¡Quién confiará en él! Siendo el malo tiene un grupo de gente que le sigue. No está solo.

Es como un diálogo a tres bandas, donde todos oyen lo que los demás sienten, lo que se dirían unos a otros, lo que les gustaría callar. Todos se ven. Miran en el interior de los demás. Conocen sus fortalezas y sus miedos. Nunca se habían visto a sí mismos de esa manera. 

—¡Habéis perdido la partida! Jaque Mate. 

Los nervios parecen aflorar de pronto en los tres adolescentes. Miran el reloj. Intentan salir del bazar, pero no hay puertas. Además, está la maldita especie de campana que los envuelve. Como un áurea mágica. Se pueden mover pero están prisioneros. 

—Tenemos que irnos —dice Jaime—. Es muy tarde ya. Se van a preocupar nuestros padres. 

—Cantemos juntos una de tus canciones. —Le mira a los ojos— Luego echamos otra partida.

—Tenemos que ganar al perro para poder salir, no perdamos tiempo. —Apunta Pedro.

—No será que tienes miedo de no saber ni cantar, ¿eh?

Jaime parece haberse crecido dentro de su urna de cristal. Mira desafiante a Pedro. Este, en cambio, sin su cuadrilla parece un pajarillo asustado.

—¡Vamos Jaime! Tú puedes enseñar a tocar la flauta a un oso.

Como si tuviera vida propia la guitarra de la padre aparece de pronto en manos de Pedro. Jaime se acerca y le explica dos movimientos simples. Un acompañamiento, dice Izaskún. Pedro toca una pieza corta, que a Pedro le parece fantástica e Izaskún canta una letra poética, preciosa. Aunque la verdad, desafina un poco. Luego, Jaime le indica que empiece a tocar su parte con una determinada cadencia y que siga así hasta que Izaskún deje de cantar.




Y la magia se hace de pronto. Con dos simples movimientos Pedro participa en un pequeño juego donde los tres juntos suenan bastante bien. Se ve como desde fuera. Es capaz de escuchar lo que interpretan, como si solo escuchara. ¡Está acompañando a Jaime e Izaskún! Realmente los tres suenan bastante bonito. Por primera vez en su vida se siente parte de algo, uno más del grupo.

Pedro despierta en su cama. Se sobresalta. ¿Todo ha sido un sueño? Mira el reloj. Las cinco. Sale de su cuarto y su madre le habla desde la cocina.

Al meterse las manos en el bolsillo se encuentra una pieza de ajedrez. La torre.

Izaskún llama a Jaime por teléfono, le ha caído una buena bronca en su casa. 

—¡No te vas a creer lo que me ha pasado! —Jaime la escucha, desde la cama. Donde al parecer ha pasado todo el día con fiebre. ¿Habrá sido todo una alucinación debido a la fiebre?

—Me he quedado frita en clase de inglés, ¡menuda bronca me ha caído!.

—¿Has soñado con una partida de ajedrez? —Un silencio incómodo les envuelve. 

—¡Sí! Al guardar los libros en la mochila me he encontrado una pieza de ajedrez. 

—¡No digas más! La dama.

Izaskún cuelga el teléfono. Jaime acaricia entre sus manos al rey de la partida. Ha caído al suelo de debajo de su almohada. 


Al día siguiente los tres se ven en el instituto. Cuando se cruzan por los pasillos se ensañan disimuladamente la mano con la pieza de ajedrez. La partida está en sus manos. Deberán elegir bien la jugada. 







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