domingo, 21 de junio de 2020

¡Hasta que vuelvas!

Ahí sigue Boston, dormido. Lleva tres días tan triste que ni siquiera ha comido.
Desde que mi abuelo nos dejó se le acabó la alegría. En cuanto puede se va de casa y se acurruca en el felpudo de casa de mi abuelo, esperando a que vuelva.
Ahora he abierto la puerta y, como un rayo ha echado a correr, por supuesto, dirección su casa.
Hace tres años mi abuelo lo encontró en el parque. Era un pequeño cachorrito de Boston Terrier, alegre y juguetón y desde el principio fue su debilidad. Lo acompañaba a todas partes, tan obediente y adaptable. Se mostraba dócil y amigable tanto con personas como con animales. Nos enamoró un poco a todos, pero a mi abuelo le devolvió un poquito de la ilusión por vivir que, tras la muerte de mi abuela, había perdido por completo. Durante mucho tiempo estuvieron colgadas, de los árboles del parque, las fotos que mi abuelo le hizo al encontrarlo por si alguien lo reclamaba. No le cabía en la cabeza que pudieran haberlo abandonado.
Hace gracia verlo andar, tan elegante con ese pelaje blanco y negro que parece vestido de etiqueta. No ha crecido mucho, pesará poco más de seis kilos, sin embargo no se amedranta ante los desconocidos y ladra para avisarnos cuando ve a alguien extraño para él.
—¡No os preocupéis! —Parece decir ladrando con el hocico fruncido, con gesto de enfadado—. Yo os defenderé.
Llego a casa de mi abuelo y ahí me lo encuentro. Le abro la puerta y por un momento parece recuperar la «sonrisa». Corretea de acá para allá por toda la casa alborotando con sus ladridos, dando pequeños saltitos a mi alrededor cuando me acerco, recorre todos los rincones. Por fin, creo que se ha dado cuenta que tampoco está aquí, se acurruca encima de la cama de mi abuelo con su juguete preferido entre las patas y vuelve a dormirse, o eso parece.
Empiezo a recoger las cosas del yayo en cajas, la ropa, sus libros, recuerdos de mi abuela…
Me encuentro un vídeo en el cajón de la mesilla de su cuarto. Voy al reproductor que hay en el salón… es del último verano, de la barbacoa que hicimos para su cumpleaños. Bostón  se acerca correteando cuando lo oye hablar; levanta las orejas bien tiesas, mira a la tele, se acerca, ladea la cabecita moviendo su rabito…
Pero dura poco, me mira con los ojos cristalinos, que parecen  inundados de lágrimas, vuelve a la cama y se duerme de nuevo. Recojo el saco de pienso para Boston que tiene el yayo y busco en la nevera la fruta que le compraba para mezclarla con su comida cuando lo notaba desganado (el olor a la fruta y su sabor le hace más atractiva su comida, decía mi abuelo),  meto en su cesto de dormir sus juguetes. Llamo desde la puerta:
—¡Vamos, Boston!¡Vamos! — Ni se inmuta.
Así que me acerco a él. Lo acaricio… Busco una bolsa para meter todo lo que llevo. Encuentro el carrito de la compra que usaba últimamente mi abuelo. Meto todo dentro, recuesto a Boston en él y nos vamos. Otra vez duerme, o eso parece.

🐶🐶🐶🐶🐶🐶🐶🐶🐶🐶🐶

Este final de curso está siendo diferente, difícil. Lejos del alumnado. No me gusta nada. Además de todas las correcciones online, tanta papeleo inútil... Me está costando este reto.Por los temas que me resultan difíciles, por que son semanales y se me escapa el tiempo, por el confinamiento que me bloqueó y por este fin de curso que me está agobiando un poco. Pero, una semana más, he conseguido vencerme y escribir un pequeño relato. Además llevo mucho tiempo sin poder pasearme por los relatos de mis compañeros de reto y por los demás lugares por lo que me gusta aparecer y dejar mi pequeña huella, Tengo ganas de que llegue julio para hacer una escapada virtual.
Bueno, si pasas por aquí no te olvides de dejarme tu comentario.¡Me encanta

Reto #25: Escribe un relato en el que uno de los personajes esté durmiendo todo el tiempo.
 52 retos literup 2020.

3 comentarios:

  1. Bonito relato. Debe ser duro para los profesores el trabajo virtual. Un saludo

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  2. Me ha gustado mucho tu relato, Jose, cómo has expresado el apego incondicional de Boston a tu abuelo. Muy tierno.

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  3. La verdad, me alegro que te haya gustado. Hay relatos qye salen del corazón. Saludos!

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