martes, 16 de junio de 2020

HD 85512 B, alternativa a La Tierra.

Me gusta leer esos libros ocultos, prohibidos que cuentan una historia que algunos dicen ser mentira, en un planeta, la Tierra, destruido por sus propios habitantes antes de que su estrella colapsara. Estos libros apócrifos, como los llaman, a veces me hacen estremecer.
No puedo imaginar una vida diferente; una humanidad deshumanizada. Avaricia, dejadez, egoísmo, destrucción…
Miro afuera. Me gusta lo que veo, lo que siento. Mantenemos un equilibrio entre lo que queremos y lo que debemos. Desde pequeños vamos caminando hacia lo que será nuestro futuro trabajo. Unos estudian, desde pequeños se les ve ese talento. Otros son más hábiles para trabajar con las manos y ágiles de mente para aprender. Todos tienen un bienestar asegurado, y a partir de los 16 años, pueden iniciarse en un oficio si es lo que desean, o empezar a estudiar para lo que será su futura profesión. Ah! Y también está el cuidado de nuestro mundo. No ensuciar, no destruir. Cumplir las normas establecidas.  

Todo es de todos y para todos.
Todos aprenden que eso es lo mejor para no llevar nuestro mundo un final horrible.

Ahora, montada en el transporte escolar, surcando el aire por encima de edificios, levitando cada vez que alguien llega a su destino, me acuerdo de lo que hoy nos han contado en clase. Información confidencial, solo unos pocos, los que encaminamos nuestra formación a participar en la dirección del país, somos quienes debemos saber lo que ocurrió años atrás, para que nunca más vuelva a suceder. Entrados en el año  5068, todo aquello parece una historia de terror. (Los libros apócrifos que antes he nombrado).
Me ha impactado el relato de Rosa Parks, enfrentándose al poder establecido y diciendo con su actitud: ¡No, ya basta. Hoy estoy cansada y necesito este asiento. Todos somo iguales, no importa el color!
Marcó un punto y aparte. Pequeño, insignificante… ¡Enorme!

Me cuesta pensar en diferentes razas. Diferentes lugares en un mismo mundo, con estructuras físicas diferentes, estética diferenciada, colores de piel variados… y que todo eso estuviera por encima de la humanidad.
Ahora todos somos iguales. Negros, de piel oscura. ¿No siempre fue así? ¿No siempre fuimos así de libres, de felices?

Es complicado imaginar esos autobuses, abarrotados de gente, circulando por tierra firme, (¡Tú puedes sentarte, tú no, vete al fondo! )…  y a Martin Luther King encabezando protestas para reclamar la igualad… la humanidad, el derecho a ser tratado dignamente. Hombre contra hombre, mujer contra mujer.

—¡Cuánto tardas hoy, hija! — Mi padre me habla por el sistema de control manual.
—¡Hoy íbamos llenos, Papá! Hemos hecho más paradas.
En la muñeca llevamos este controlador que yo adoro. En cualquier momento te comunicas tan solo pulsando un botón, te traen la compra a casa, te aconseja de la ruta, te pone música… Me encanta. Todos lo llevamos desde que podemos hablar, con diferente nivel de funciones según la edad.
Elena habrá llamado a papá. Cuando los padres trabajan fuera de casa las familias cuentan con una ayuda extra. Una persona, hombre o mujer, les ayuda con el cuidado de los hijos y le mantenimiento de la casa. Es un oficio más.  Hasta que llega la edad de ir al centro escolar.
Ya llego casa. Como en todas las urbanizaciones, me adentro en la corona circular que nos rodea, formada de árboles, arbustos flores, pájaros… ¡Qué bonito!
Mi planeta tiene un extraño nombre, HD 85512 B, está orbitando una estrella de tipo enana naranja y su temperatura es bastante estable gracias a nuestra atmósfera. Está lleno de vegetación, es precioso.
Cuando empecé mi formación, nos contaron que fue preciso utilizar un proceso conocido como “terraformación", con lo que se variaron las condiciones iniciales del planeta, fue un proceso muy largo ya que implicó conseguir atravesar nada menos que 3.400 billones de kilómetros para acercarnos, desde la Tierra, a nuestro planeta de destino. Pero se hizo posible gracias al tesón de tantos y tantos, que vieron en escapar la única opción de ser libres.
La ciencia los acompañó por siglos y tras conseguir viajar en el tiempo prepararon el planeta para que la vida pudiera empezar de nuevo en otro lugar. Años de clandestinidad, de dilemas morales, pues solo unos pocos viajarían finalmente, y de mucho trabajo colaborativo, dieron sus frutos.
Empezar de nuevo y de forma diferente para no caer en los mismos errores.
No sé si quiero seguir conociendo ese pasado remoto. Me gusta lo que tengo. Un planeta limpio, donde se respira aire limpio, de avanzada tecnología, donde todos somos parte del puzzle y donde no cumplir las normas tiene un castigo: igual para todos, que siempre se cumple y que prefieres no sufrir. Aquí, según que faltas no tienen reinserción. Perfecto equilibrio entre derechos y deberes.


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Aquí dejo una semana más el relato; una semana más no estoy conforme con él. No conocía el término "afrofuturista". He leído aquí y allí. Ahora sé lo que significa pero se me queda muy lejos de lo que sé hacer. Es un tema difícil para mi y si tuviera tiempo ilimitado hubiera encontrado la manera, eso creo. Pero en una semana, y en esta semana de locura en el trabajo, a esto es a lo máximo que he alcanzado. Pero, estoy aprendiendo, aunque no lo creas. Escribir todas las semanas, intentar el reto aunque no sepas por donde cogerlo y  publicar, exponerte a las críticas, es una lección semanal de humildad. ¡Cuántas cosas que no sé me faltan por aprender!

Reto #2424.Haz una historia que sea afrofuturista. 52 retos literup 2020.

2 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Vaya, ha estado muy interesante. Me ha gustado bastante.
    Un besito

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    1. ¡Gracias!. Me ha costado bastante, es un género que no se me da muy bien.¡
      ¡Encantada de tenerte de visita!

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