Se quedó mirando fijamente al árbol y reparó en que no estaba el ángel que
María trajo a casa la Navidad que cumplió los 5 años.
María, la hizo madre por primera vez y obró en ella un milagro. Le cambió
la vida, el pensamiento y lo inundó todo de luz. Llevaba un par de años en
Londres, trabajando de enfermera. Dos ya sin abrazarla.
El timbre de la puerta la sacó de sus pensamientos. Y el día la atrapó con
sus quehaceres...
A la mañana siguiente mientras hablaba por teléfono, con su hermana, de la
noche de navidad, paseaba la mirada por todos los adornos que colgaban de las
ramas del abeto y echó en falta el Papá Noel de Javi, aquel que trajo con
apenas 4 años.
Javi, nació cuando María tenía cerca de 4 años y revolucionó la paz de su
hogar con tanta energía y vitalidad. Más de un año llevaba en la recepción de
un hotel familiar del Algarve Portugués. Tal vez este año tampoco podría venir
en navidad. Ayer el ángel, hoy Papá Noel… juraría que los había puesto en el
árbol.
Oyó el chiflo del afilador y corrió con los cuchillos que tenía preparados
hacía días...
Un nuevo día la saludaba con ruidos en el salón. Bajó extrañada. Era
muy temprano y sábado, ¿quién manejaba por la cocina?
Se encontró a Miguel, su peque, haciendo tortitas. (Y llenándolo todo de harina). Le insistió en encender las luces del árbol y aunque era muy temprano decidió hacerlo, él era casi el único que conservaba la ilusión por la navidad. ¿Qué bien habían quedado las luces este año?
Reparó que faltaba la estrella de Belén. Violeta la trajo entusiasmada casi el último día de clase del trimestre. Había estado enferma varios días y sufrió pensando que no podría traerla para colgarla en el árbol.
Violeta fue el juguete de María y Javier, pues nació cuando este tenía 8
años y la disfrutaron un montón. Ahora llevaba tres años en Cádiz, de decana en
facultad de Bellas Artes, y hacía ya tiempo que no venía por casa, liada con
las exposiciones de sus cuadros y fotografías.
Juraría que cuando sacó los adornos del armario, en la caja estaban el
ángel, Papá Noel y la estrella de Belén. Los gritos de Miguel que le esperaba
para comerse las tortitas la sacaron de sus pensamientos.
Ya no sabía a quién preguntar en casa. Nadie había visto esos adornos. Ni
Juan, su marido. Ni Miguel. Ni Marisa, que todos los martes se pasaba a charlar
con ella. Ni Pedro, el joven que cuidaba de Miguel, al salir del cole, hasta
que ella llegaba.
El domingo reparó que también faltaba la bota de goma espuma que hizo
Andrés cuando con nueve años le enseñaron a coser en plástica.
Andrés se había metido al ejército recién cumplidos los 18 y siempre andaba
de aquí para allá, en diferentes misiones. Por España, por Europa…
Andrés nació tan solo un año después de conocer a Violeta. Fue un poco
duro, tan seguidos, pero ellos dos fueron siempre uña y carne. Muchos pensaban
que eran gemelos, por la conexión tan fuerte que había entre ambos. Tampoco pudo estar el año pasado para
navidades y aún hacía meses que no pasaba por casa.
El ángel, Papá Noel, la estrella, la bota: ¿qué había sido de ellos? El
móvil vibró en su bolsillo y con las lágrimas resbalando por los carrillos se
encontró con una conferencia familiar.
(Habla con ellos a menudo, los ve por videoconferencia pero ¡cuánto los
añora! ¡Qué no daría por tenerlos a todos con ella un día estas fiestas!)
—¡¡¡Hola, mama!!!! —Una sonrisa secó sus lágrimas de golpe, su corazón
latía a mil por hora.
—¡Pero qué sorpresa! —Reían y hablaban todos al tiempo. Ella estaba feliz
de tenerlos a todos juntos. Aunque fuera virtualmente. Apenas diez minutos le
alegraron el día y las semanas siguientes.
Como cada Nochebuena, había hecho comida para un regimiento. Esta Navidad
tenía el presentimiento de que todos estarían en casa. Se levantó temprano y no
paró de navegar por la casa: limpió, preparó camas, cocinó, sacó los regalos…
A las siete se sentó. Por fin. Todo estaba prácticamente preparado. Mientras
pensaba que ver en la tele, llamaron a la puerta.
—¡Feliz, Navidad mamá! —En el umbral de la puerta Javi, sonriente, la
miraba con los brazos abiertos y una enorme sonrisa. Se fundieron en un eterno
abrazo que se vio interrumpido por Miguel.
—¡Pequeñajo, cuánto has crecido! —Se pusieron a enredar sobre la alfombra y
en ese momento la puerta de nuevo le llamó.
—¡No vas a darme un abrazo, Mamá! —María sonreía mientras dejaba las
maletas en el suelo para abrazar a su madre. Al encuentro vinieron Miguel y Javi
y el delicioso abrazo de su primogénita se acabó.
Vio como iba directa al árbol y dejaba una bolsa llena de regalos pero no pudo ver como colgaba su Ángel junto al Papá Noel de Javi. Aún con la sorpresa sin digerir, el timbre tintineaba de nuevo.
—¡Sorpresa! —Violeta, se abalanzó sobre ella con su impulsividad de siempre
y casi acaban las dos por el suelo. Y antes de cerrar la puerta, por encima del
hombro de Violeta vio como Andrés bajaba del coche y le sonreía dulcemente.
Sin darle tiempo a reaccionar se encontró en medio de un enorme abrazo a cinco.
Todos sus hijos se abrazaron a ella y representaron su célebre “abrazo bomba”.
Juan, que es ese momento bajaba las escaleras, al oír la algarabía se unió al
lío y la familia en pleno se fundió en un mítico achuchón.
—¡Vaya sorpresa, Elena! ¡todos juntos por navidad! —Juan abrazaba a su
mujer tras cerrar la puerta. Miraban al salón donde sus cinco hijos reían y
bromeaban con el pequeño Miguel, mientras se contaban las novedades. Era reconfortante
verlos a todos juntos. ¡Qué maravilloso regalo!
A echar la vista al árbol, mientras iban colocando los regalos los últimos
en llegar, Elena observó que de nuevo colgaban de sus ramas los cuatro adornos.
El ángel y el Papá Noel lucían juntos, un poco más arriba a la derecha se
balanceaba la bota y, en la punta más alta, la estrella de navidad destacaba
sobre todos los adornos.
Fueron unas navidades especiales. Todos sabían que volvería a pasar tiempo
en volver a estar juntos así que lo disfrutaron al máximo.
Miguel, el pequeñajo, no le dijo a nadie como había conseguido que Marisa, la profe de tercero, le diera el ángel a su hermano Fran, que trabajaba en
Londres con María (todos sabían que eran más que amigos) y hacía poco menos de un
mes que había vuelto por la boda de una prima.
Tampoco contó como consiguió la dirección del hotel de Portugal, donde
trabajaba Javi, para enviar, en un sobre especial, el Papá Noel.
A nadie le extrañó lo rápido que la amistad con su compañera de clase,
Lucía, cambió. Antes no se tragaban y ahora eran “íntimos”. Tal vez no sabían
que su hermana estudiaba doble grado de ciencias del mar y ambientales en Cádiz, y fue su
enlace para hacerle llegar la estrella a Violeta.
La bota de Javi no fue difícil de hacérsela llegar. El abuelo de Jaime, su
mejor amigo, siempre presumía de que su nieto mayor estaba en el ejército y
hablando con él un día, surgió la oportunidad.
Se llevaba 10 años con Andrés, pero a sus nueve años, no era tan pequeño
como todos lo consideraban.
Durante todo el verano urdió este plan para hacerle a su madre el mejor regalo que podría imaginar. Todos los
adornos fueron acompañados de una frase: “Vuelve a casa por navidad”. Y, dado el resultado, había dado su fruto.
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Que hermoso relato <3
ResponderEliminarUn besote desde Plegarias en la Noche.
Gracias, me alegro que te gustara.
EliminarSaludos.
Que lindo relato nos has dejado amiga, te diré que ya tengo el árbol y mi pequeño nacimiento. Las Navidades son fechas de reflexión pero sobre todo de alegría para los más peques. Es cierto que se echa mucho de menos a los que ya no están. Un beso y repito muy lindo relato.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Campirela.
EliminarSaludos
me ha gustado tu relato que es como la "navidad soñada" para muchos padres que tienen a sus hijos lejos y esperan tenerlos reunidos en esta fecha tan especial.
ResponderEliminarun abrazo.
Cierto, es la navidad soñada. Me apetecía hacer un relato amable. Bastante mala es la la situación que vivimos. Me alegro que te gustara.
EliminarHermoso relato, me gusto.
ResponderEliminarBesos♥
Ohhhh. Que bonito. Es exactamebte lo que la Navidad quiere reflejar. Amor.
ResponderEliminarPrecioso.
Un gran abrazo
Gracias. Me alegro que te haya gustado. Saludos.
EliminarQué buen sabor de boca dejas en cada relato... ¡qué gusto!
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Eliminar¡Hola, Jose!
ResponderEliminarUn lindo relato que refleja a la perfección el espíritu de la Navidad.
Me ha encantado leerte ;)
Besos.
Gracias. He de reconocer que estoy bastante satisfecha con el resultado.
EliminarSaludos.