Quiero continuar el reto recién empezado porque además de gustarme me asusta. Hay muchas semanas que van a resultarme muy difíciles, algunas no sé ni qué me piden. Esta semana es una de ellas. No sabía nada de lo que eran un "arco narrativo" y si bien creo entender la teoría no sé muy bien si sabré ponerlo en práctica.
En este relato se me pedía que mi protagonista siguiera el arco emocional de Edipo. Estaría encantada de que me comentaras diciéndome si me he acercado a lo que se me pedía. Ahí va mi relato.
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Mi llegada a su casa fue dura. Me apartaron de mi madre a
los pocos días de nacer. Me acomodaron en una pequeña cesta, en una enorme
habitación que de noche se quedaba totalmente a oscuras. El primer día en
aquella casa, ella apareció por la mañana y cogiéndome en brazos metió en mi
boca una cosa rara que soltaba un líquido parecido al que mamaba de mi madre y
me reconfortó. Tenía hambre, la verdad. Pero, ¿cuándo vendría mamá?
Pasaba las noches llorando y ella bajaba a mi cuarto y me
llevaba con ella. Su papá, así ella lo llamaba, le reñía:
¡ —Marisé, ¡qué te he dicho! Se tiene que
acostumbrar.
—Papá, es un bebé, y llora.
La verdad, pronto me acostumbré a Marisé. Iba y venía pero
me quería mucho. Me daba de comer, jugaba conmigo, me decía donde tenía que
hacer pipí y popó, me bañaba…
Había muchos en esa casa, pero no se acercaban a mí. Solo
jugaban conmigo, Marisé y su papá. Debí
crecer muy rápido porque le decía:
—Cuida, ya es muy grande y puede hacerte daño. Recuerda que
es un animal.
—Papá, es Elsa, ella me quiere.
—Es un perro, cariño.
Fui muy feliz en esa casa. Poco a poco todos fueron
acercándose y me perdieron el miedo. Aunque Marisé y yo (y su papá) teníamos un
algo especial que nos unía.
Un día supe que algo pasaba. Marisé lloraba y me repetía
que me quería mucho y que nunca me olvidaría. Me ataron algo al cuello, me
pusieron en el hocico no se qué que me impedía abrir la boca y me metieron no
sé donde, que me alejaba más y más de Marisé. Como cuando me separaron de mi madre.
Soy un perro, un pastor alemán, así me llamaban. Y nunca
pude estar con mi madre y cuando me acostumbré a su ausencia y empecé a querer
a aquella familia, a Marisé, me separaron de ellos.
Ahora creo que me voy y no puedo decirles adiós. Y nunca
sabrá, Marisé, que la quiero con locura. Que siempre la he echado de menos.
Ahora
ya no será una niña. ¿Se acordará de mí?
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Este es mi aportación de esta semana al reto 52 retos literup 2020,
Reto# 8: historia en la que tu protagonista siga el arco emocional de Edipo
Estaré encantada de recibir tu comentario con tu opinión y propuestas de mejora. ¡Feliz semana!
Reto# 8: historia en la que tu protagonista siga el arco emocional de Edipo
Estaré encantada de recibir tu comentario con tu opinión y propuestas de mejora. ¡Feliz semana!
Ohh, qué tristeza. Precioso relato, muchos deberían leerlo para tomar más en cuenta el daño que pueden hacer a otros seres, aunque no sean humanos. No sé bien si habrás cumplido con tu consigna, pero el relato en sí está muy bueno. Felicitaciones por eso.
ResponderEliminarUn beso.
¡Hola! Es un placer verte pasear por mi blog. Perdona la tardanza en contestar.
Eliminar¡Hasta la próxima!
¡Hola! Me ha encantado, tristísimo tener que dejar a un perrito, más cuando ellos no saben por qué y ya le has tomado cariño :,D me has dado justo en el cora <3
ResponderEliminar¡Un abrazo!
¡Gracias, Roxana!¿Cómo va ese relato compartido?
EliminarEspero leerlo pronto.
¡Hasta la próxima!
Hola!
ResponderEliminarNunca participé en un reto, aunque es cierto lo que dices que si hay interacción entre participantes hay como más emoción, competición y eso a algunas personas les motiva mucho más. Aunque supongo que si no hay interacción también te puedes ahorrar malos rollos en el caso de que los hubiera y que la gente que no le gusta tanto socializar se sienta más agusto.
Gracias por pasarte por mi blog, nos leemos.
¡Hola! ES un placer verte por aquí. Ya me estoy tranquilizando con los interacción. Poco a poco.
Eliminar¡Hasta la próxima!