martes, 10 de marzo de 2020

Un baile decisivo




La fiesta de disfraces del instituto prometía ser el evento más importante del final del invierno. Habían vendido muchas entradas y todos habían participado en la preparación ya que era la última oportunidad de recaudar fondos para el viaje de estudios. 
 Tenía el traje preparado. Pensaba ir de Isabel II, con el traje de época correspondiente disimularía su físico, además  Marina se había comprometido a maquillarle y peinarle. Iba a triunfar. Tenía que intentarlo. No quería que le reconocieran.
No sabía como acercarse a él. Aunque en realidad no era eso exactamente. Estaban juntos  prácticamente todos los días de la semana y la mayoría de las horas. Físicamente o por medio de las redes. Eran vecinos de toda la vida y amigos, de los buenos, desde antes de perder los dientes de leche. 
Pero últimamente sus sentimientos de habían cambiado. Sentía que algo no iba bien, algo más que amistad latía en su corazón al acercarse. Se sorprendía mirando hacia su mesa, en clase, cuando no miraba. Observando su cuerpo, sus movimientos en Educación física. Escuchando su risa en los buenos momentos. Se preocupaba por esa mueca de tristeza cuando intuía un problema. ¡Puf! ¿Qué estaba pasando?
No estarían juntos al curso siguiente.No iba a seguir los estudios en el mismo instituto. Iba a irse, dejar el pueblo, para cursar el grado de programación de vídeo juegos que era uno de su mayores sueños. Ya no podría ver a su amigo todos los días.
Se vistió despacio, ceremonioso, Marina, su vecina, amiga de su madre, le ayudó en todo el proceso. Ya vestido y maquillado se miró por primera vez al espejo.
— Guauuuu! —exclamó asombrado—. ¡Casi no me reconozco!
— Modestia a parte, por lo que se refiere a mi aportación, no pareces tú. Ahora solo tienes que intentar empastar un poco la voz y nadie te reconocerá hasta que tú quieras.
Le temblaba el cuerpo entero cuando salió de casa. No había quedado con nadie y nadie sabía cómo iba a ir disfrazado. Todos iban de época, de reyes, reinas, nobles.  No iba a desentonar y tampoco podían sospechar. Ahora solo tenía que atreverse a decirle lo que sentía, lo que creía sentir.
No se iba a lanzar a la piscina sin flotador, últimamente notaba que podía ser recíproco. Sus miradas se encontraban para luego disimular, cierto rubor en sus mejillas aparecía con algún roce o comentario indiscreto, a los que eran muy adictos. Y buscaban más la intimidad en algunos momentos, los dos, cuando antes nunca reparaban en nada. 
Por el camino se dio cuenta que el traje pesaba un rato. ¡Cómo aguantarían en aquella época! Al llegar a la puerta, allí estaba, picando las entradas y dando la bienvenida con ese don de gentes tan característico suyo. Su disfraz era de rey. Estaba muy logrado. Pensó que hacían buena pareja. Notó que le miraba, sin reconocerle, al picar mi entrada.
— Resérveme todos sus bailes, Madame — le dijo  sonriendo.
— Siento contrariarle, Majestad. Todos no podrán ser.— Asier hizo una reverencia, como se hacía entonces.
Se oyó su característica risotada. Cómo le gustaba. Entró como sin darle importancia. La fiesta estaba que "se salía". Se había logrado crear un ambiente muy típico de las fiesta de palacio, la música y los bailes los habían trabajado en clase de música.«La profe es genial,pensó». Parecían estar en el siglo XIX.
La verdad,  al dejar de picar las entradas, enseguida buscó a Asier y estuvieron juntos toda la noche. Hablaron, rieron, comieron, bebieron, bailaron...
Era como un sueño, estaba totalmente pendiente de Asier,  le atraía... pero... no se había dado cuenta de quién era realmente. Eso tenía a Asier en ascuas.
—Sé que te conozco y no sé de qué. —Estaban bailando, en una de las coreografía que aprendieran
en clase. Era su oportunidad. Ahora o nunca.
— Estás seguro, que no me reconoces... —Cambió la expresión de su cara y le miró directamente a los ojos.
—  No sé... pero nunca lo había pasado tan genial con nadie.
—¿Con nadie? ¿Seguro? —Arqueó la ceja en un gesto muy característico suyo. Se le escapó.
—¡¡¿¿Asier??!! —Se paró en seco. Los dos pararon. El mundo pareció pararse con ellos. Al menos para Asier todos desaparecieron.
Álvaro salió corriendo, apartando a la gente bruscamente como algo horrible acabara de pasar. Asier se quedó plantado en medio de la pista, no veía a la gente, no escuchaba la música, en sus ojos se había quedado gravada la expresión de Álvaro al reconocerle. No era lo que él había imaginado.

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Este es mi aportación de esta semana al reto 52 retos literup 2020
Reto# 10:Esta semana los disfraces son los protagonistas. Tus personajes deben ir disfrazados durante todo el relato.
Estaré encantada de recibir tu comentario con tu opinión y propuestas de mejora. ¡Feliz semana!

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