SEPTIEMBRE
Llueve. Huele a lluvia chocando rápido, incesante contra la ventana. La frescura deja respirar al suelo, la tierra canta humedad. ¡Importante: hoy nada de amigos! Quiero disfrutar de este aire fino, limpio... hacía tiempo que lo esperaba... ver llorar al cielo... Nostalgia. Paz.
OCTUBRE
Hoy era el último día. Después de nacer mi bebé he estado quince días en casa, con mi madre y mis abuelos. Han disfrutado de estos días con el biznieto. Pero al despedirme, mi abuelo se ha echado a llorar. No esperaba que me fuera tan pronto. Es la primera vez que lo veo llorar, tan triste. Roto.
NOVIEMBRE
Allá al fondo del armario me encuentro, hecha una bola, la
chaqueta de mil colores que se compró con catorce años. Sin más armas frente al invierno, enfundado en
su vaquero desgastado y con la camiseta de manga corta desteñida por los
lavados, se abrochaba la chaqueta y se subía el gorro para enfrentarse al aire
gélido que el cierzo le regalaba muchas mañanas. Le acompañó hasta que no pudo
encoger más los brazos para abrigarse.
DICIEMBRE
Conocedor del secreto medicinal
de las plantas que crecen bajo la nieve alpina, había subido al monte, con la
moto de nieve, a buscar el tan ansiado elixir que haría que su hijo enfermo
olvidara los dolores en una noche tan especial. Una avalancha de nieve dejó la
montaña intransitable para la vuelta. Cobijado en el refugio, sin saber cómo,
se durmió y al despertar se encontraba en su cama, en casa, junto a su hijo. La cabalgata de los Reyes Magos se oía en la
calle.
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